46 | El peto de ánimas de Sampaio (Ribadavia) |
Junto a la entrada del atrio de la iglesia parroquial de Sampaio (Ribadavia) se puede examinar un ejemplar de un antiguo peto de ánimas, ubicado a cierta altura del suelo sobre una repisa, y arrimado hacia la pared exterior de un panteón.
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Consiste la obra en una losa de desarrollo vertical de 1,3 m. de longitud. Muestra en su cara frontal una amplia hornacina de arco semicircular que prácticamente ocupa todo el campo, y en cuyo interior está alojado un panel de piedra con relieves, y figuras policromadas. Por la parte superior el peto remata en un doble róleo al tiempo que los extremos convergentes ciñen una pequeña bola. Aparentemente, en base a criterios estilísticos y de patina, este peto data del siglo XVIII.
El interés de este monumento radica evidentemente en el panel alojado en la hornacina. Los relieves se distribuyen en dos campos contiguos separados por un grueso listón vertical que se aprecia en el fondo del área relivaria. A la izquierda se representa a San Antonio de Padua vestido con el típico hábito de franciscano, y posado elegantemente sobre una nubecilla. Sostiene en el brazo derecho al Niño Jesús, al cual está mirando cariñosamente, mientras en el pliegue del brazo izquierdo porta un alargado y florido lirio. En el sector de la derecha observamos un conjunto de tres individuos apiñados dentro de un gran recipiente hemisférico, envueltos en llamas que salen precisamente del interior de esa caldera. Entre ellos identificamos un obispo. Los tres personajes juntan sus respectivas manos en actitud de oración.
Acerca de la escena de la derecha del espectador, no hay seguridad absoluta de que se trate de una imagen del Purgatorio. Sin embargo, lo más probable es que efectivamente se esté aludiendo a este lugar, pues la ausencia de demonios, así lo permite suponer. En este sentido, temáticamente este peto es afín a los ya estudiados de Cortellas (Padróns, Ponteareas), y de A Praza (Porto, Salvaterra). De todos modos la novedad iconográfica ofrecida por este sector del panel es la figuración del Purgatorio como una gran caldera donde se achicharran las Benditas Ánimas. Es un recurso plástico muy raro en el mundo de los petos de ánimas gallegos, aunque sí conocemos al menos otros tres casos más. De cualquier modo, no es ésta una precaución gratuita como tendremos ocasión de analizarlo más abajo.
Otra rareza de este peto de ánimas es la presencia de San Antonio de Padua. Son asimismo también muy contados los ejemplos que se pueden mencionar. Si lo observamos detenidamente, destaca en su talla la influencia iconográfica del arte oficial religioso entonces al uso, incluso en la pose. Como se sabe, San Antonio de Padua fue un predicador franciscano que vivió entre c. 1195 y 1231. El lirio simboliza la virginidad y la pureza en la que según las crónicas se movió el santo desde la infancia. Este emblema sería incorporado en las representaciones del santo a partir del siglo XV. El tema del Niño Jesús sostenido en sus brazos data al menos del Renacimiento, y alude a una supuesta visión que el San Antonio habría experimentado.
Aunque en la devoción popular San Antonio de Padua, guarda una cierta relación con la creencia en las Ánimas del Purgatorio, en realidad, en Galicia, su culto no está especialmente difundido. Podemos decir, que mantuvo un rango secundario detrás de las advocaciones autóctonas los santos taumaturgos como San Benito, San Amaro, o San Antonio Abad. De hecho, según los etnógrafos antiguos, la gente confundía a San Antonio Abad (17 de Enero) con San Antonio de Padua (13 de Junio), recibiendo éste las atribuciones de aquél, sobre todo en lo relacionado con los animales y el ganado. De todos modos, sí en efecto, era objeto de una cierta veneración, principalemente como especialista en hacer aparecer cosas perdidas, o en salvar animales domésticos de los ataques de las alimañas. La otra vertiente de su culto, la relativa al rescate de las Benditas Ánimas del Purgatorio, aún a pesar de que algunos autores la mencionan, e incluso hay algunos ejemplos plásticos como este de Sampaio, en realidad, este aspecto se muestra un tanto difuso, o por lo menos, escasamente generalizado. Los santos en torno a los que gira la creencia en el Purgatorio son la Virgen María y San Francisco. Ahora bien, San Antonio era franciscano, por lo que obviamente su personalidad devocional se enriqueció con esta afiliación, pues por ejemplo, ya hemos visto cómo en muchos petos de ánimas, quien rescata a los penantes del Purgatorio era un monje franciscano. Sea como fuere, en la devoción popular algo hay relacionado con las ánimas de San Antonio, aunque la falta de estudios no nos permiten profundizar más. Sea como fuere, su culto no triunfó a nivel de iconografía popular. Además, en una revisión a la piedad popular católica relacionada con San Antonio de Padua, veremos que las gentes recurren a él, por motivos más prosaicos, y muy distintos a la preocupación por el destino del alma.
Desde otra perspectiva, la presencia de San Antonio en este peto de ánimas, aún guardando relación con el culto a las Ánimas del Purgatorio, podría también remitir sencillamente a una devoción personal del comitente, sin más consecuencias, aún considerando que el dicho promotor confiase en su mediación en el supuesto de que hubiera de purgar alguna deuda pendiente en el Más Allá. No debemos descartar ninguna hipótesis, pues además de conocer paralelos que respaldan esta prevención, no olvidemos que estamos ante un tema iconográfico bastante raro en el mundo de los petos de ánimas gallegos. Así, sabemos de otros petos de ánimas, en que figuran santos, que a priori, no tienen nada que ver con el Purgatorio, si exceptuamos que son santos, y alguna facultad tendrían para reducir la pena en función de la devoción particular del fundador del monumento.
Otro tema iconográfico curioso de este peto de ánimas es la representación del Purgatorio como una caldera. Ya hemos indicado la existencia de otros paneles donde aquel lugar se concibe de este modo. De cualquier manera es un recurso plástico asimismo extremadamente raro. En principio, sí se sabe que, entre otras posibilidades, el Infierno era visto popularmente como una gran caldera, o bien, que en él, los castigados eran introducidos en recipientes de esta forma. Lo que desconocíamos era que esta imagen podría ser utilizada en relación con el Purgatorio. Simplemente podría tratarse de una visión particular en virtud de una influencia temática, pues en el fondo, lo que diferencia al Infierno del Purgatorio es que la estancia en este último lugar no es definitiva, y además, los penitentes no han de sufrir por añadidura las humillaciones, infamias y torturas de los demonios. Pero asimismo, tampoco sería descabellado suponer que en realidad se trata de una plasmación del Infierno. En efecto, podrá tomarse por sorprendente, pero sí hay alguna que otra representación segura del Infierno en petos de ánimas, según se deduce de la presencia de demonios. De momento, vamos a dejar en este punto la investigación, en espera de que la publicación de otros ejemplos arrojen más luz sobre este tema.
Vigo, a 7 de Julio del 2002
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