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La torre de la Candaira (Rebordaos, O Saviñao)




     La llamada Torre da Candaira se localiza en la aldea del mismo nombre en la parroquia de Sta. Baia de Rebordaos, Concello de O Saviñao, provincia de Lugo. Este monumento es muy conocido localmente, mencionándose en todas las guías turísticas de la comarca. Incluso ha recibido la debida atención de diversos investigadores como Vicente Rivera, M. Vázquez Seixas o J. Trapero Pardo, si bien estos escritores se centraron más bien en el esclarecimiento de las viscisitudes genealógicas relacionadas con el monumento, que con este en si mismo. En el presente artículo vamos a estudiar la torre desde un punto de vista morfológico y contextual, aspectos que faltaban por realizar, y asimismo recuperaremos las aportaciones de aquellos insignes investigadores lucenses. En este ayuntamiento cabe aún señalar la existencia de otras fortificaciones como el castillo de Xuvencos o la Torre Casa de Guimil, en la parroquia de Segán.
Situación de la Torre de la Candaira (Rebordaos, O Saviñao)      Como es típico en esta comarca, la aldea de A Candaira es un conjunto de unas pocas casas diseminadas en medio de inmensas praderías extendidas por un territorio con escasa tendencia a los fuertes contrastes topográficos, y caracterizado por amplias planicies en un marco general ondulado. Por la aldea y en sus proximidades pasan antiguos caminos de comunicación comarcal, sin embargo no estamos en condiciones de afirmar si la elección del emplazamiento de la torre guarda alguna vinculación con aquéllas, pero incluso su ubicación es paradójica para una aparente fortificación.
     La torre fue levantada en un terreno en pendiente articulado en estrechas terrazas. No sólo no domina un amplio territorio, como por ejemplo es el caso de la torre de Sande (Cartelle, Ourense), o el cercano castillo de Arcos (Chantada), por mencionar dos ejemplos, sino incluso, su capacidad defensiva es verdaderamente muy deficiente. En este sentido nos sorprende enormemente que en la bibliografía consultada se repita con extraña insistencia la situación de la torre sobre una prominencia rocosa. Nada de esto es cierto: la torre fue levantada en un aterrazamiento de un declive topográfico. De todos modos, el sustrato sobre el que se asienta es rocoso.
Aspecto general de la torre de la Candaira vista desde el NE.      Lo que actualmente nos encontramos en el lugar es un edificio de planta cuadrada de 9,8 m. por 9,9 m. de lado, por unos 11 m. de altura. Está dotada de almenas de trazado cúbico, fruto de una restauración reciente (en las fotografías más antiguas no consta este elemento). Posiblemente en sus tiempos fuese más alta, pero aún así, las expectativas de éxito en caso de un ataque medianamente masivo y bien organizado, nos parecen muy remotas. Su emplazamiento en un desnivel muy acusado del terreno nunca debió permitir la formulación de medidas defensivas disuasorias eficaces. El cuerpo de la torre se domina perfectamente desde el N., la cual, permítasenos la exageración, queda al alcance de la mano.
     Cuando nos hemos ocupado de la torre de Marce (Pantón), veíamos como también en este caso su instalación en un contexto general de terreno en pendiente era aparentemente un síntoma de deficiencia defensiva. Sin embargo, el análisis topográfico del entorno donde se situaba, sí permitía arbitrar sistemas preventivos aceptables, pues hacia naciente, donde estaba la campaña, la inclinación de los suelos era mínima en una relativamente amplia extensión. De hecho, las fuentes documentales nos hablan de diversos elementos defensivos. Nada de esto fue nunca posible en A Candaira, y si lo hubo, de poca cosa podía proteger a sus ocupantes.
     Hay además otros detalles que abundan en esta apreciación. Cuando visitamos este monumento lo encontramos cerrado, y no lo hemos podido estudiar por dentro, por lo que nos limitaremos a una descripción de su estructura a partir del examen de los paramentos externos. Lo que resta actualmente de la torre señala la existencia de cuatro plantas, contando con la correspondiente a las almenas. La entrada a su interior se realizaba por una puerta situada en el muro E., a tan sólo 0,8 m. de altura del suelo actual. Este mismo nivel cuenta con una ventana tipo saetera sencilla semejante a las de las iglesias románicas por la cara O. de la torre. En la cara S. hay otra puerta, perteneciente ésta a la segunda planta, y situada a unos 4 m. de altura del suelo. El tercer nivel posée ya numerosos vanos: hacia el E. y O. hay grandes ventanas cuadrangulares, y en la pared N. consta una nueva puerta. En la pared S. a unos 6 m. de altura se ven hincadas en el paramento una serie de losas cortas proyectadas hacia el exterior, que parecen indicar la existencia de una estructura de techumbre actualmente desaparecida. Consta otra losa más en la cara O. muy cera ce la esquina del SO.
     Ni siquiera en la Torre de Sande, levantada en un alto y estrecho cueto la puerta de entrada estaba a tan bajo nivel. Esta falta de previsión constituye ya una seria imperfección, la cual si no se complementa con otros recursos no dejaría de ser una grave preocupación para la seguridad del edificio. Es cierto que en otras fortificaciones que conocemos la puerta de entrada a la torre del homenaje se encuentra al nivel del suelo, pero ante ella se levantan unas sólidas y elevadas murallas, e incluso hay castillos donde además de contar con este dispositivo, la puerta de la torre se abre a muchos metros de altura, y muy importante el dato, sin escalera de fábrica. En A Candaira, como veremos a continuación, la puerta es original, y no parece haber estado nunca a mucha más altura que la ofrecida actualmente, pues el sustrato pétreo lo sugiere. Se debe admitir, en consecuencia, que la Torre de la Candaira debía inicialmente estar dotada de algún recinto o dependencia que protegiese el acceso a la puerta. Sin embargo, aparece otra cuestión: la exigüidad transversal de la terraza donde fue asentada. En efecto, como ya hemos mencionado más arriba, el entorno del monumento se resuelve en acusada pendiente, corregida con la preparación de una terraza intermedia cuya anchura es de unos 20 m., y la torre, con una medida cercana a los 10 m. de lado fue ubicada en su centro, por lo que el espacio que queda entre ella y el comienzo de la pendiente, no va más allá de los 6 m. Evidentemente, hay espacio más que suficiente para levantar una muralla, dejando una estrechísima liza, pero nuevamente nos surge el problema de lo atípico de su proyecto. En otras palabras, asaltarla sería realmente muy sencillo. Pero además hay otro detalle que no podemos pasar por alto: la existencia de una puerta en el paramento N. original, y abierta en el tercer nivel. Probablemente esta puerta in situ comunicaría con alguna dependencia actualmente desaparecida. De hecho, observamos que a diferencia de la restante superficie del paramento, alrededor de la puerta en vez de sillarejo, la pared fue compuesta con mampostería. Ciertamente no podemos determinar si este cambio técnico se debe a una simple falta de materia prima más adecuada, o si por el contrario, denota la existencia antaño de alguna dependencia proyectada hacia el N., desparecida tras alguna reforma. Podría pensarse en que quizás daría servicio a un adarve de una hipotética muralla, pero en la pared de la torre por esta cara no se aprecian rastros de imbricación de una posible muralla. Otra línea de aproximación se podría buscar por conjeturar que esta torre no sería en su tiempo una torre de homenaje de un castillo como pretenden algunos investigadores, sino un cubo de una muralla que ascendiese por la pendiente del terreno, localizándose el patio de armas y las dependencias propias de un castillo más arriba. Sin embargo, ni hay datos, ni se conservan restos en este lugar de una fortificación,para dar por viable esta solución. Además, dada la relativamente gran longitud de la pendiente, forzosamente tenía que ser muy grande, y nada de esto se pudo comprobar.
     Si cuando se levantó la torre se concibió el edificio como una fortificación destinada a hacer valer unos derechos señoriales en esta zona, como centro y símbolo del poder, y defensa del territorio circundante, no se pudo elegir peor emplazamiento: a no menos de 1 km. hacia el O. hay una excelente prominencia para una instalación de este tipo, o, sin ir más lejos, a no más de 200 m. hacia el N. al final de la pendiente, o incluso en otros puntos del entorno inmediato había numerosas posibilidades.
     En consecuencia, ante la constatación de tantos problemas para la admisión de esta torre como elemento integrante de un castillo, o un complejo mayor de entidad eminentemente militar, debemos decantarnos por otras posibilidades. A pesar de sus insuficiencias técnicas, es indudable su carácter defensivo, si bien, está por demostrar que se trate de una verdadera torre de homenaje, aspecto éste que es privativo de los castillos, que como venimos explicando, nos parece bastante difícicil de admitir. A nuestro juicio, muy porobablemente constituyese un elemento defensivo, una torre, eso sí, de una residencia solariega. Nos inclina a suponer tal conjetura la presencia de las puertas laterales de las fachadas N. y S. (ésta acompañada de los apoyos para sostenimiento de una techumbre más arriba). La torre tal vez integrase el extremo O. de una casa fuerte (lo probaría la presencia de una saetera baja en esta cara). Serviría entonces para seguridad de los moradores de ese pazo ante cualquier ataque esporádico, desorganizado, y de escasa entidad. Suponer más, es mucho suponer, ante el examen de los restos conservados.
     Otra cuestión es la antigüedad del monumento. Tanto la saetera de la pared O. como el estilo de las tres puertas evocan soluciones propias de la arquitectura románica. De todos modos, parece un románico tardío, cuando menos, de un momento avanzado del siglo XII. Incluso, la puerta del muro S. posee un dintel compuesto por un bloque a modo de tímpano rodeado por un arco de descarga de traza ligeramente apuntada. En consecuencia estaríamos ante una obra civil verdaderamente antigua, concretamente una de las más antiguas que conocemos, perteneciente a la época medieval. Detalle del dintel de la puerta de acceso
     Respecto al linaje originario de A Candaira, a pesar de la profusa exposición de los señores Rivera y Vázquez Seijas, muy poco se puede indicar con plena seguridad para esta época. En la fachada E. de la torre hay varias piedras de armas que necesitarían un estudio heráldico más detallado. La que está labrada en relieve en el tímpano de la puerta está ya prácticamente perdida a causa de la fuerte erosión que presenta. Más arriba, en hay un bloque con un relieve donde se puede ver una torre en medio de dos árboles; sobre la ventana hay otra piedra de armas compuesta por un campo en forma de escudo invertido con una torre en medio, flanqueada por dos diseños ya imperceptibles (¿árboles?).
     La primera mención mínimamente fundada de la familia que poseía este lugar la encontramos a fines del siglo XV, época ya muy tardía en relación con la antigüedad del monumento. Se trata de Leonor da Candaira, la cual surge en las fuentes documentales al contrer nupcias con Pedro Sarmiento, hijo éste de Diego Sarmiento y Constanza de Soutomaior. Esta constanza era hija del célebra pedro Álvarez de Soutomaior, más conocido como Pedro Madruga el célebre caudillo que tuvo en jaque en el S. de Galicia tanto a la Mitra compostelana como a los Reyes Catolicos.


Vigo, a 25 de Abril del 2001




Bliografía consultada

RIVERA, V.: "La torre fuerte de la Candaira" en Boletín de la Comisión de Monumentos de Lugo, tomo IV.
VÁZQUEZ SEIJAS, M.: Fortalezas de Lugo y su Provincia, Tomo I. Lugo, 1955.
TRAPERO PARDO, J.: Lugo, antiguas fortalezas.






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© Julio Fernández Pintos 2001