TIPOLOGÍA DE LAS FUENTES BIBLIOGRÁFICAS (5i).

Catálogos

  Catálogos

  Proceso de formación de un catálogo

  Las reglas de catalogación

  Clases de catálogos

  Las nuevas tecnologías

  Microformas.

  Catálogos automatizados

  Catálogos en CD-ROM

  Catálogos accesibles por redes remotas

  Características de los catálogos en línea

 Normalización

 Objetivos de la normalización

 Catálogos de bibliotecas

 Catálogos colectivos

 Utilidad de los catálogos colectivos

 Los primeros catálogos colectivos

 Los catálogos colectivos en la actualidad

 Estados Unidos

 Canadá

 Gran Bretaña

 Francia

 Alemania

 Italia

 Holanda

 España

 Otros catálogos colectivos

 Situación actual

  Catálogos

Catálogo viene del griego katalegos (ordenar, organizar). Es un índice que proporciona al usuario una información lo más completa posible sobre los fondos de una biblioteca: la reunión ordenada de todas las fichas de los documentos de un fondo. Estas fichas son los asientos catalográficos de los documentos, diferentes de los asientos bibliográficos porque no sólo incluyen la descripción del documento, sino su localización, lo cual se consigue a través de los puntos de acceso y de la signatura topográfica.

Los catálogos también se diferencian de los repertorios bibliográficos porque deben someterse a reglas de normalización más estrictas y porque los documentos recogidos no necesariamente tienen relación conceptual entre ellos. Las funciones de un catálogo son informar sobre los fondos existentes en la biblioteca (o conjunto de bibliotecas) y poner al usuario en contacto con el documento deseado

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 Proceso de formación de un catálogo.

Las operaciones para formar y mantener un catálogo actualizado permiten que el catálogo exista y sea eficaz. Estas operaciones son

 Descripción formal de un documento

 Redacción de los puntos de acceso.

 Reproducción de los asientos.

 Ordenación de los asientos (sólo para catálogos manuales).

 Mantenimiento del catálogo

 Revisión del catálogo.

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 Las reglas de catalogación

Las reglas de catalogación se aplican a unidades bibliográficas, esto es, documentos susceptibles de recibir una descripción bibliográfica propia, independientemente de sus unidades físicas: en caso de constar de más de una unidad física, la descripción puede hacerse en un nivel o en más de uno; por el contrario, también se puede proceder a la catalogación analítica, descripción de una unidad bibliográfica que forma parte de otra unidad bibliográfica más amplia, también descrita en el mismo o en otro asiento.

Aunque la descripción bibliográfica es básicamente igual para cualquier tipo de documento, las características intrínsecas o extrínsecas de algunos de ellos hacen necesario tener en cuenta sus peculiaridades a la hora de catalogarlos, casos contemplados también por las reglas de catalogación

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 Clases de catálogos.

Las variedades de los catálogos son prácticamente infinitas, como lo son los puntos de vista desde los que puede estimarse un documento. Con todo, las divisiones más usuales son;a) Por su extensión:*Colectivos: contienen los asientos de varias bibliotecas.

 Generales:

 Integrados: contienen todos los materiales de una biblioteca.
 Universales: contienen todos los fondos impresos de la misma.

 Especiales: contienen asientos de un solo tipo de documento.

 Por su uso:

 Externos: utilizados por usuarios y profesionales.
 Internos: para uso exclusivo del personal bibliotecario.

 Por su sistema de ordenación:

 Alfabéticos: autores, materias, etc.
 Numéricos: por ISBN, etc.
 Sistemáticos: siguen una clasificación por materias.
 Mixtos: combinan más de un sistema.
 Topográficos: según la localización del documento

 Por su forma:

 En fichas. Fácilmente actualizable, poco transportable.
 Impreso. Presentado en forma de libro.
 Microfilmado: realizado en soporte microfotográfico.
 On line o catálogo informatizado. Actualmente se tiende a automatizar todos los catálogos de bibliotecas
 En CD-ROM.
 Por su función: responden a las cuestiones sobre qué obras hay en la biblioteca, que obras hay de un autor determinado, qué ediciones existen de la obra, que obras hay de una materia y de un tema o asunto.
 Catálogo de autores y obras anónimas.
 Catálogo de títulos.
 Catálogo de materias.
 Catálogo diccionario, fusión generalmente alfabética de los anteriores

 Otros. Atendiendo a otros criterios podemos encontrarnos con catálogos organizados en razón de la época (cronológicos), del país (geográfico), del idioma, etc., aunque son raros y responden sólo a casos de necesidades muy concretas de una biblioteca.

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Las nuevas tecnologías

Las nuevas tecnologías aplicadas a la documentación no sólo han afectado a la concepción y mantenimiento de los catálogos de bibliotecas, sino que puede asegurarse que este ha sido uno de los sectores más afectados por ellas. Tradicionalmente realizados en las clásicas fichas de cartulina de 125x75 mm -aunque anteriormente existieron otros tipos de soportes-, las nuevas tecnologías amenazan con dejar este tipo de catálogos reducidos a meras reliquias del pasado.

Los nuevos soportes son:

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Microformas.

Soporte fotosensible sobre el que se reproducen los asientos catalográficos. Es muy útil por el poco espacio que ocupa pero necesita de elementos auxiliares para su lectura. Responde al tipo de catálogo en lista, por lo cual presenta sus ventajas e inconvenientes: fácil maniobrabiblidad y posibilidad de transporte, pero lento, difícil y costoso de actualizar. Los ficheros sobre microforma pueden ser productos tanto de la simple reducción fotográfica de catálogos convencionales como de datos elaborados electrónicamente (COM: Computer Out on Microfilm).

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Catálogos automatizados

Catalogación on-line o catálogo informatizado, no es en sí mismo tal catálogo, sino una serie de datos y órdenes que se actualizan y combinan según las necesidades del momento. El catálogo on-line permite la actualización inmediata de los ficheros, su acceso es fácil y su transporte también. Pero sobre todo facilita enormemente dos aspectos de la catalogación, que son,-la elaboración misma del catálogo, ya que hace innecesaria la duplicación de las fichas ni la existencia de múltiples catálogos: una sola descripción completa de un documento es suficiente para recuperarlo desde cualquier punto de acceso del mismo.-los planes interbibliotecarios de catalogación compartida, cooperación en selección y adquisiciones, elaboración de catálogos colectivos, etc.

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Catálogos en CD-ROM

Catálogo en CD-ROM. El catálogo en CD-ROM presenta grandes ventajas derivadas de su enorme capacidad de almacenamiento y fácil lectura. Sin embargo, al no ser un soporte interactivo, quedará reservado para los catálogos en lista de las grandes bibliotecas: ello facilitará los intercambios, selección, elaboración de bibliografías, etc. Los continuos avances en las tecnologías láser y óptica hacen esperar inmediatas novedades en este campo: de hecho, el disco óptico interactivo ya es una novedad y, aunque por el momento sólo sea una novedad de vanguardia, su bajo coste y maniobrabilidad hacen de él un valioso instrumento de trabajo en el futuro próximo.

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Catálogos accesibles por redes remotas.

Cada vez un mayor número de catálogos es accesible por redes de telecomunicación, especialmente Internet. La facilidad de recuperación de información que ofrecen las redes están dando lugar a nuevos planteamientos en la formación y mantenimiento de los catálogos. Aunque todavía existen ciertos problemas no resueltos, la posibilidad de consulta remota y general de los fondos de cualquier biblioteca parece ser la vía que se seguirá en el futuro y una solución a los problemas de los catálogos colectivos. Aunque la suma de catálogos no puede considerarse como un catálogo colectivo, sí puede ser una alternativa a una empresa cada vez más inalcanzable por el volumen creciente de la producción editorial en todo tipo de soporte.

La dificultad de integrar en Internet las bases de datos, se ha solucionado a veces cargando dichas bases utilizando diferentes sistemas. Por eso, los catálogos accesibles por Internet pueden encontrarse de cuatro formas distintas:

a) Acceso real a los catálogos

b) Acceso a los catálogos previamentes grabados en CD-ROM

c) Acceso a catálogos "estables". En realidad se trata de listados con o sin enlaces internos o externos y no tienen estructura interna de base de datos sino de tratamiento de texto con recuperación por hipertexto.(página HTML)

d) Digitalizados. Algunos catálogos de bibliotecas han digitalizado sus fichas en papel para facilitar el acceso remoto, al menos transitoriamente, hasta que todo el catálogo antiguo esté registrado electrónicamente. Es el caso, por ejemplo, de los Catálogos Generales de la Biblioteca de Catalunya.

No hay que confundir los catálogos en línea con los catálogos disponibles en redes: los primeros pueden ser accesibles por red o ser catálogos internos, sólo recuperables in-situ o en un grupo limitados de instituciones conectadas entre sí; los catálogos disponibles en Internet pueden ser o no catálogos en línea y están disponibles para cualquier usuario que acceda a la red -aunque pueden estar protegidos por claves de acceso.

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Características de los catálogos en línea

Las nuevas tecnologías han abierto además campos nuevos en el uso de los catálogos y sobre todo han facilitado enormemente su utilización. No todas las nuevas tecnologías presentan las mismas características, que pueden enumerarse de la siguiente forma:

 Flexibilidad. Escasa para las microformas y el CD-ROM es total para el catálogo on-line.

 Facilidad de consulta y uso. Aunque la facilidad de consulta y uso es mayor con las nuevas tecnologías que con los catálogos tradicionales -microfilmados para los catálogos en listas y on-line para todo tipo de catálogos-, la práctica enseña que es necesario un determinado espacio de tiempo, no sólo para poder mecanizar y automatizar los ficheros existentes, sino para llegar a familiarizar al usuario con las nuevas tecnologías.

 Facilidad para obtener múltiples copias. Ventaja grande de los catálogos en microforma, en los catálogos on-line depende del número de terminales.

 Volumen: a pesar de que en este aspecto hay que contar con el volumen de los aparatos que hagan legible el catálogo, aquellos en soporte microfotográfico o informático no presentan problema de espacio, que llega a ser un serio problema en ciertas bibliotecas.

 Otras características: posibilidad de consulta por varios usuarios -catálogos on-line-, menor gasto de tiempo con el consiguiente ahorro de personal y económico, más posibilidades de uso en la información, mejor adaptación a la cooperación bibliotecaria.Normalización.

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Normalización

Desde el momento en que los fondos de una biblioteca superan el posibilidad de control de los mismos, se hace necesario llevar a cabo una representación de todos los documentos que resuman su memoria Aunque esto ha sido así desde tiempos remotos -ya existieron listas de documentos entre las tablillas encontradas en Sumer-, la verdad es que la catalogación sistemática normalizada es un proceso muy reciente. Su antecedente directo cabe buscarlo en un viejo sueño bibliotecario y en su posterior fracaso: la constitución de una bibliotheca mundi que recogiese la información bibliográfica de todos los documentos del mundo.

Esta idea, que echó a andar con Otlet y Lafontaine, no pudo continuarse, entre otras cosas, por la inexistencia de unos criterios unificadores que hicieran posible la comunicación internacional. El camino para lograr estos objetivos fue la aceptación primero de unos "principios orientadores" y el establecimiento más tarde de "normas internacionales". Los primeros nacieron de las reuniones de París (1961) y Copenhague (1969), y se plasmarían con el nacimiento de una serie de normas de catalogación de alcance internacional, de las cuales las Anglo-American Cataloging Rules fue la más influyente. La reunión de París se ocupó de crear unas normas generales de catalogación, mientras que la de Copenhague se ocupó de crear las bases para una descripción biblográfica normalizada internacionalmente.

En cuanto a las normas internacionales, fue la IFLA quien se encargo de lograr este objetivo mediante la adopción, en 1973 del programa CBU. La CBU nace en la Conferencia de la IFLA en Grenoble, en 1973 y se robustece con la creación de una Oficina Internacional en Londres. Apoyada por la UNESCO en su reunión sobre el NATIS París, 1977), se traduce en dos vías de acción: crear agencias bibliográficas nacionales y hacer que sus productos sean comunicables por medio de la adopción de normas aceptadas internacionalmente. Estos principios estaban de acuerdo no sólo con los planes de la IFLA sino con los programas NATIS y PGI de la UNESCO y los propósitos de la ISO.

El primer instrumento creado con vistas a conseguir la normalización fue el ISBD. Por haber nacido para resolver los problemas de las bibliotecas el primero estuvo dedicado a monografías ISBD(M), y sirvió como campo de experimentación. Posteriormente se elaboraron las ISBD(S) para publicaciones seriadas, ISBD(CM) para materiales cartográficos, ISBD(NBM) para material no librario, ISBD(PM) para música impresa, ISBD(A) para publicaciones monográficas antiguas, etc. En España están recogidas en las Reglas de Catalogación I y II, publicadas por la Dirección General del Libro y Bibliotecas.

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Objetivos de la normalización

 La normalización tiene como fin la consecución de las siguientes metas:

 Posibilitar los intercambios internacionales de información.

 Superar las barreras lingüísticas.

 Favorecer la informatización.

 Facilitar la disponibilidad universal de las publicaciones (DUP).

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Catálogos de bibliotecas.

La mayoría de los catálogos de las grandes bibliotecas ya están disponibles, total o parcialmente, en Internet y en CD-ROM. Todos ellos, además de poder consultarse in situ, suelen publicarse impresos en papel y en micoforma, aunque ambos formatos están perdiendo terreno en favor de los soportes ópticos y electrónicos. Algunas bibliotecas cuentan, además, con Guías de Catálogos, como es el caso de la Biblioteca Nacional de Madrid, con la obra de Juan Delgado Casado Guía de los catálogos impresos de la Biblioteca Nacional (Madrid, Ministerio de Cultura, 1993).

El catálogo de bibliotecas más importante del mundo es el de la Library of Congress, que se publica impreso y en CD-ROM y que, tras la inclusión de los registros enviados por otras bibliotecas americanas dio lugar al National Union Catalog, catálogo colectivo que se trata más adelante. Otros catálogos dignos de mención son los de la British Library o la Bibliothéque National de París.

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Catálogos colectivos

La orientación que han tomado las bibliotecas desde comienzo de siglo se caracteriza por el desarrollo de sus catálogos. Desde que finalizó la II Guerra Mundial, el trabajo de colaboración ha facilitado la creación de numerosos catálogos colectivos, que han supuesto un avance considerable para la catalogación compartida y para la bibliografía como instrumento de investigación.

Un catálogo colectivo es un inventario de libros común a varias bibliotecas. Puede contener la totalidad de los fondos o limitarse a ciertos e entre ellos: los de una época, libros extranjeros, publicaciones periódicas, etc. Como cualquier inventario, está en principio constituidos por fichas clasificadas alfabéticamente por orden de autores y títulos anónimos, seguido de la descripción bibliográfica del documento e indicando la biblioteca que lo contiene.

El catálogo colectivo es internacional por su contenido -documentos en diversas lenguas-, y cualquier otra calificación que se le aplique -local, regional, nacional, etc.- designarán el espacio o las sedes de las instituciones que ponen sus recursos en común. Su presentación puede tomar diversas formas: en fichas, impresos, microfilmados, en CD-ROM, etc. Lógicamente, se tienden a imponer aquellos sistemas que facilitan su elaboración y puesta al día.

En los últimos años, la confección de este tipo de catálogos ha sido una de las tareas bibliotecarias más afectadas por la automatización. De la puesta en común de los fondos generales o especiales de varias bibliotecas, según métodos y planes definidos de antemano, se pueden obtener los siguientes resultados prácticos:

la unificación de los catálogos de todas las bibliotecas participantes, por la adopción de reglas normalizadas,

el reparto homogéneo de fondos, por el establecimiento de intercambios en los casos en los que el catálogo haga aparecer graves lagunas en unos centros y ejemplares dobles en otros,

la coordinación de gastos, por acuerdos entre bibliotecas que se reparten la adquisición de documentos muy caros o especializados,

la creación de servicios de orientación y de información,

la extensión del préstamo nacional e internacional, por la facilidad que ofrecen para la localización de los libros.

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Utilidad de los catálogos colectivos

Los catálogos colectivos son instrumentos de la máxima utilidad en multitud de situaciones. Pero son especialmente necesarios en los siguientes casos:

 En los países anteriormente descentralizados administrativamente, como Italia o Alemania, donde la producción impresa nacional hasta una fecha determinada se encuentra diseminada entre varias bibliotecas antiguas igualmente ricas.

 En los países donde el depósito de libros, legal o voluntario no se hace en un centro designado, y donde las bibliotecas de igual importancia se complementan entre sí, como es el caso de Holanda.

 En aquellos países donde la lectura pública está tradicionalmente muy desarrollada, como es el caso de Gran Bretaña y Estados Unidos

Últimamente, los móviles de tipo financiero intervienen decisivamente en la elaboración de los catálogos colectivos: un estudio de la UNESCO de 1952 mostraba que la mayoría de los catálogos colectivos de treinta países estudiados se orientaban hacia la adquisición de documentos extranjeros. Esta nueva orientación, impuesta por el elevado precio de este tipo de fondos, se ha visto afectada en los últimos tiempos por dos factores: las nuevas legislaciones en materia de comercio internacional, que afectan a ciertos países como los de la U.E., y la expansión de las telecomunicaciones y la informática.

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Los primeros catálogos colectivos.

La idea de un catálogo común a numerosas bibliotecas es antigua. El primer intento conocido es el del monje agustino John Boston de Bury, autor en 1410 de un Catalogus scriptorum ecclesiae. Para la elaboración del mismo, JJohn de Bury recorrió las bibliotecas de los monasterios ingleses, anotó los libros que existían en ellas y los ordenó alfabéticamente; mediante la asignación de un número a cada biblioteca, indicó el lugar donde se encontraba cada libro.

A finales del siglo XVIII, Talleyrand expresa su deseo de que cada departamento francés cuente con una especie de biblioteca central y que las adquisiciones de estas se den a conocer por medio de un boletín o periódico común. Unos años más tarde, esta idea se ve reflejada, de una forma más detallada en un informe oficial sobre las bibliotecas francesas; sin embargo, todavía a finales del XIX, algunos bibliotecarios se quejaban de la falta y la necesidad que había de estos catálogos

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Los catálogos colectivos en la actualidad

Hoy día, la práctica de la elaboración de los catálogos colectivos se ha impuesto en todos los paises desarrollados por exigencias de la situación actual de la biblioteconomía. Sin embargo, distan mucho de ser un producto generalizado, y aún quedan por confeccionar los catálogos colectivos de importantes fondos. Los más conocidos son los siguientes:

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Estados Unidos.

En 1898, la Library of Congress hizo imprimir las fichas de su catálogo y en 1901 organizó un sistema de venta de sus fichas: se creaba así la base de un catálogo colectivo nacional. A partir de 1953-1957, se abre a las nuevas adquisiciones de unas ochocientas bibliotecas americanas y toma el nombre de National Union Catalog. Esta biblioteca dispone además, de de numerosos catálogos colectivos para los libros en caracteres cirílicos, hebreos, chinos, japoneses y árabes. Aparte de eso, en algunos estados de la Unión se encuentran catálogos colectivos que afectan a las bibliotecas del departamento.

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Canadá.

La Biblioteca Nacional de Canadá, en Ottawa, emprendió, desde su fundación en 1952, la elaboración de un catálogo colectivo. Comenzó al año siguiente por microfilmar los catálogos de las bibliotecas de Ottawa y luego continuó el mismo trabajo con las bibliotecas de provincias. El catálogo colectivo de publicaciones periódicas es común con USA y recibe el nombre de Union list of serials.

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Gran Bretaña.

En Inglaterra, la cooperación interbibliotecaria comienza en 1916 con la fundación de la National Central Library, reorganizada en 1931. Este establecimiento se creó como nudo de una red de bibliotecas regionales, cada una de las cuales está encargada de la elaboración de catálogos colectivos regionales que luego enviaría a la National Central Library, sede del catálogo colectivo nacional y en un principio encargada de préstamo interbibliotecario, aunque posteriormente, se creó con este fin la Lending Division de la British Library. También existen dos catálogos de libros ingleses antiguos depositados en las bibliotecas británicas (Short Titles Catalog), que tienen el papel de bibliografía nacional retrospectiva para el periodo entre 1475 y 1700, y dos catálogos colectivos de publicaciones periódicas: British Union Catalog y World list of scientific periodicals.

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Francia.

 De 1895 a 1934 se publicó en Montpellier, anualmente, una Liste alphabétique des nouvelles acquisitions des bibliothèques universitaires, concebida para facilitar los préstamos interuniversitarios. Participaron en ello hasta 24 bibliotecas universitarias.

 Desde 1874 aparecía el Bulletin mensuel des publications étrangères reçues par le Départemente des imprimés de la Bibliothèque Nationale: desde 1926 a 1937 se transforma en Bulletin des acquisitions étrangères de la Bibliothèque national et des principales bibliothèques à Paris.

 En 1952 se creó, por la Dirección General de Bibliotecas de Francia un catálogo colectivo en fichas de las obras extranjeras ingresadas a partir de esta fecha en las bibliotecas de París y su departamento. Por otra parte, las Academias elaboran catálogos colectivos regionales, cuyas sedes son las bibliotecas universitarias de cada departamento.

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Alemania.

 Alemania fue el primer país que inició la impresión un catálogo colectivo que alcanzaba a la totalidad de los fondos impresos de sus bibliotecas (Gesamtkatalog), proyecto iniciado en 1930 y que se vio paralizado por la guerra en 1939.

 Después de 1945, Alemania decidió constituir catálogos colectivos regionales y con determinadas eliminaciones. Los primeros aparecen en 1948 y son los de las regiones de Hesse, Alemania del Norte y Renania-Westfalia.

 A partir de 1954 se pone en práctica la idea de una red de catálogos colectivos para todo el territorio nacional: a partir de aquí comienza la elaboración de nuevos catálogos colectivos regionales mientras que la Asociación de bibliotecarios alemanes establece unas normas para su confección uniforme.

 En la antigua República Democrática Alemana se desarrolló un proceso análogo, mediante la elaboración de catálogos colectivos regionales; además, se creó un catálogo colectivo de libros extranjeros. Actualmente, la Alemania reunificada se encuentra en plena etapa de puesta en común de sus recursos bibliográficos, lo cual se desarrolla en medio de una polémica que comienza ya desde la concepción y titularidad de lo que debe ser la biblioteca nacional o bibliotecas nacionales.

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Italia.

En Italia, anteriormente descentralizada, los fondos de libros se encuentran repartidos entre las bibliotecas de los antiguos estados, cuyos catálogos son además dispares, fragmentarios y a veces inexistentes.

En 1951 se creó en la Biblioteca Nacional Víctor Manuel II de Roma un centro nacional para el Catalogo único, cuya función era la de preparar un catálogo común a las principales bibliotecas italianas pertenecientes al Estado, las provincias, las comunas y numerosos establecimientos religiosos. Se comienza por la elaboración del catálogo colectivos de la provincia de Roma, y casi al tiempo se elaboran las de Milán, Nápoles y Florencia, que luego se refundirán para ser la base del primer catálogo colectivo nacional: Primo catalogo colletivo delle biblioteche italiane (1962).

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Holanda.

El depósito legal no existe en Holanda y el préstamo es muy liberal: ello hizo necesario desde muy pronto la creación de un catálogo colectivo nacional, creado y establecido en la Biblioteca Nacional de la Haya. Existen además catálogos colectivos de instituciones científicas e industriales, con sede en el Instituto de Tecnología de Delft y catálogo colectivo de publicaciones periódicas.

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España.

 El catálogo colectivo en España ha estado generalmente concebido más como inventario que como instrumento de acceso a los fondos.

 Los primeros intentos aparecen el Reglamento del Cuerpo Facultativo de Archiveros, Bibliotecario y Anticuarios en 1881 (artículo 8.5) y en el Real Decreto de 12 de octubre de 1884, donde se crea un Indice General de libros, documentos y objetos que se conservan en los Archivos, Bibliotecas y Museos Arqueológicos del país; el Real Decreto de 1887 suspende dicho índice y lo limita a los documentos impresos, transformándolo en una bibliografía nacional retrospectiva.

 En 1934, Artigas inicia la reproducción de los catálogos de la Biblioteca Nacional con la intención de que sirvan de base a la elaboración de un catálogo colectivo nacional, pero su obra se vio suspendida por la guerra civil.

 Un Decreto de 16 de diciembre de 1942 ordena la formación del Catálogo Oficial del Tesoro Bibliográfico y Documental de España.

 En 1952 se crea el Servicio de Información Documental y Bibliográfica y de Microfotografía, cuya parte bibliográfica quedaba asentada en la Biblioteca Nacional: una de sus funciones era la elaboración de un catálogo colectivo nacional. Sin embargo, razones tanto burocráticas como técnicas -falta de definición de funciones de la biblioteca nacional, etc.-, impidieron que el catálogo se llevara a término.

 En 1968, dependiente de la Dirección General de Archivos y Bibliotecas se volvió a emprender el catálogo colectivo de obras impresas en bibliotecas españolas, que comenzó con los fondos anteriores al siglo XIX. Se han publicado ya los Catálogos colectivos de Incunables (1988 y 1990), Catálogo colectivo de obras del siglo XVI (edición provisional de 1984), XVII (1988 y 1989) y XIX (1991). Está en proceso de publicación el Catálogo colectivo del patrimonio bibliográfico español.

Existen además catálogos colectivos de publicaciones periódicas y publicaciones periódicas especializadas, como el Catálogo colectivo nacional de publicaciones periódicas de Medicina (1989), el Catálogo colectivo de publicaciones periódicas en bibliotecas agrícolas (1980); el Catálogo colectivo de publicaciones periódicas existentes en bibliotecas (C.S.I.C.). También hay que citar la obra de ámbito internacional Catálogo colectivo del fondo antiguo de la Asociación de Bibliotecas Nacionales de Iberoamérica (ABINIA).

Además de esto, existen una serie de catálogos colectivos en red, cada vez más numerosos (aunque a veces se trata de una suma de catálogos, o de acceso a varios catálogos mediante interfaz consistente, más que de auténticos catálogos colectivos): REBECA (bibliotecas públicas del Estado), REBIUN (Bibliotecas universitarias), bases de datos del CSIC, o las compuestas por redes de usuarios, como RUEDO, JANET (usuarios de Libertas) o VTLS

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Otros catálogos colectivos.

Merecen especial atención por su interés los catálogos colectivos que atienden a un aspecto del documento, bien sea este su fecha de edición -entre los cuales los más importantes son los catálogos de incunables-, o el tipo de documento -entre los que hay que señalar los catálogos colectivos de publicaciones periódicas.

Poseen catálogos colectivos de incunables las bibliotecas de Estados Unidos, México y Canadá, Bélgica, Francia, Italia y otros. Pero sin duda, el catálogo colectivo de incunables más importante es el GW alemán, iniciado en 1904 con el fin de reseñar todos los incunables existentes en todas las bibliotecas del mundo, aunque la guerra interrumpió su aparición después de un trabajo ingente.

En cuanto a los catálogos colectivos de publicaciones periódicas, merecen destacar los catálogos colectivos de publicaciones periódicas conservadas en las bibliotecas francesas, la Union-list of serials in libraries (USA), la British union-catalogue of periodicals, como catálogos generales; en el terreno de los catálogos consagrados a publicaciones periódicas especializadas, destacan el Inventaire des périodiques scientifiques de las bibliotecas de París, World list of scientific periodicals (U.K.); es frecuente la confección de catálogos colectivos de publicaciones periódicas extranjeras existentes en las bibliotecas de un país: tal es el caso de Francia, Alemania, Austria, Suiza, etc.

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Situación actual

Los catálogos colectivos tienen ya un papel protagonista en el mundo bibliográfico. Los catálogos colectivos nacionales cumplen funciones de bibliografías nacionales retrospectivas; por extensión, el conjunto catálogos colectivos nacionales sería equivalente a la bibliografía internacional. Las etapas de elaboración de un catálogo colectivo están claramente diferenciadas: comenzando por los de las capitales de provincia, se hacen extensibles a la provincia misma y, por extensión y refundición, a la región, al país, continente. etc., lo cual terminaría conduciendo al catálogo colectivo universal.

Aunque todavía la realidad se encuentra muy lejos de alcanzar esta situación, ello no deja de ser un objetivo deseable. Ya en 1947, Besterman presentó ante la UNESCO el proyecto de un catálogo colectivo europeo que, en aquel momento recogería cerca de veinte millones de fichas. Michel, por su parte, propone la creación de catálogos colectivos distribuidos en tres cuerpos: hasta 1500 (ya realizados o muy avanzado en muchos paises), de 1500 a 1800 (uno o dos millones de documentos) y el último desde 1800 hasta nuestros días. Ello obedece a que cada uno de estos tres tipos de obra interesan a una clase diferente de investigador, y sus métodos de investigación y catalogación son diferentes entre sí.

Si los catálogos colectivos se imponen en USA y Europa, donde existe un sistema desarrollado de bibliotecas, con más razón deben imponerse en los países jóvenes o en vías de desarrollo, donde la producción bibliográfica es pobre y escasa y donde un catálogo colectivo de obras propias aumentada por la adición de libros extranjeros, sería un poderoso instrumento de progreso, al menos para conocer sus propios recursos y la dirección de la investigación en el extranjero.

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 Libros, bibliotecas, bibliotecarios

Rosario López de Prado

Museo Arqueológico Nacional (BIBLIOTECA)

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