|
9 RETRATOS DE LA LEJANIA: UNA CRONICA LITERARIA SOBRE
NICARAGUA DESDE ULTRAMAR
Por: Norbert-Bertrand Barbe
DE LA OBRA DE PORFIRIO GARCIA ROMANO COMO PRACTICA POETICA
Quisiera plantearme la cuestión de la obra de PGR no como teórico,
sino como poeta. En esta elección predominan varias razones: primero,
y ante todo, mi amistad con el mismo, que me impide aproximarme a su trabajo
de manera claramente objetiva; en segundo lugar, la distancia que puede
existir entre nuestras formas de ver la labor poética; tercero,
sin deseo de dialectización gratuita, las similitudes, y diría
yo, en mi progresión artística, la influencia sufrida de
métodos de PGR en mi obra; finalmente, el deseo de expresar puntos
de vista que no sean concebidos como verdades científicas sin más,
sino, más acá de eso, para decirlo así, como producto
de una aproximación a mi propia experiencia poética mediante
la obra de un artista amigo y muy amigo mío, históricamente
el primero del que puedo decir: fue, es, y espero seguirá siendo
mi amigo. Primero de mis amigos, uno de los mejores, a pesar de las distancias
y las enajenaciones propias de las vidas.
Llegando a la médula de mi propósito, cabe recordar la apertura
de la presentación del poemario Primera Carta Esencial en la UCA
por Fernando Silva: el emerito y prestigioso poeta y ensayista empezó
diciendo que no le gustaba la obra de PGR, pero que tal vez ese desamor
o rechazo provocado en él por la obra era precisamente un logro,
ya que según entendía era la idea de PGR hacer algún
tipo de anti-poesía postmoderna.
Y es cierto en algún punto: PGR tiene pretensión de hacer
una poesía a pesar de la poesía, y así podría
definir su poesía - rematando en esta idea la instalación
Poe-silla que irónicamente presentó en la ArteFactoría
(representando una silla rodeada de imágenes de Poe pegadas en
la pared y el suelo de un rincón de la galería) - si no
contradecía esa idea el obvio preciosismo de los textos de PGR.
Preciosismo de las referencias y alusiones: a objetos cultos y hasta sacros
del arte nacional e internacional, así como a ciudades y reminicencias
de poetas; preciosismo de los temas: a menudo expresión vivencial
de un recorrido ciudadano y mucho más a menudo de crítico
de arte y de hombre amoroso; preciosismo en fin de las figuras que suelen
llevarnos o a referencias cultas o a imágenes evocativas y hasta
románticas de ambientes (sea en sus odas algo darianas a las ciudades
nicaragüenses, sea en su manera de referirse a los sentimientos del
amor - y a sus atributos habituales - más que a la cosa sexual
en sí).
Es interesante, desde esta perspectiva relevar cierta comunidad histórica
de PGR con varios de sus contemporáneos:
Héctor Avellán: en cuanto al relato del amor perdido más
que del amor ganado o perdurable;
David Ocón: en el manierismo muy reconocible de expresar los sentimientos,
las situaciones y los lugares;
Carola Brantome: en el interés por temas vivenciales más
que políticos, existencialistas más que sociales;
El jinotepino Leonel Calderón: cuyos Poemas de la Ausencia (1966-1970)
tienen eco en los Poemas a la Mujer Ajena de PGR, de la misma manera que
sus poemas "Para una muchacha como aquella que soñó
Joaquín Pasos", "Penélope", los dos de 1978,
y la premiada "Canción del Nauta con los Ojos Lejos"
de 1960 (de tema común con el anterior) también llevan paralelos
en la poética de PGR.
Con los tres primeros y yo, PGR organizó un informal grupo poético
y literaria, en el que Ocón tomó la sucesión de Avellán.
El rechazo de una poesía comprometida integra así perfectamente
PGR a su generación, como poeta de la generación postsandinista.
La predominancia de una visión personal, rastreable en sus poemas
a los pintores, debidos a su trabajo de crítico, o en sus poemas
de amor, sitúan indudablemente PGR en la línea de los novelistas
(más que poetas) contemporáneos que han venido desarrollando
una autobiografía recreada y quebrantada en sus obras. La biografía
personal deviniendo el elemento fundamental de una reconstrucción
ideada - por no decir ideal - de la realidad física.
En eso el recurso de PGR a los pintores para expresar sentimientos propios
nos remite claramente a la creación literaria de una mitología
personal, derivada de las artes plásticas hacia la literatura.
HECTOR AVELLAN Y EL DISCURSO DEL YO
Poeta tomado en su deseo permanente de afirmar su independencia, Avellán
se dió a conocer tanto por su labor poético como por sus
intervenciones en los diarios nacionales.
Su poesía se siente de tal ambivalencia: a la vez se sustenta en
vivencias personales, y pretende elevar esas referencias a la altura de
una reflexión social, a semejanza de uno de sus modelos evidentes,
tanto del punto de vista temático como de los recursos formales:
Ernesto Cardenal.
La escenificación de la realidad vivida como paradigmática
de situaciones sociales en su primero poemario Las ciruelas que guardé
en la hielera, como el uso repetido de la cita y el collage, acercándole
a los vanguardistas, a Cardenal, pero también a su contemporáneo
Porfirio García Romano, revelan otro recurso de la poesía
de Avellán y García Romano: la derivación del motivo.
De hecho, el relato remite en Avellán como en PGR no tanto a lo
que cuenta la voz narrativa como a otra vivencia, de dimensión
más amplia.
Mientras en PGR el juego sobre la figura central de la poesía (la
sonrisa que no se describe, los eventos que revelan ser títulos
de películas) produce una desconstrucción formal del poema
de lo descriptivo en cuanto realidad remitida hacia el concepto como mero
hecho literario, en Avellán sirve para llevar un testimonio social
en base a una vivencia personal, en una perspectiva que no sólo
nos remite a la voluntad demostrativa y educativa de la poesía
comprometida, sino a la propuesta psicológica modelizada de la
teoría contemporánea: allí donde al describir sus
ideales y sus imágenes mentales el poeta rechaza sin embargo la
identidad con su modelo (el campesino que Avellán no es, pero también
Cardenal afirmando una comunidad ideológica con este mismo campesino
descrito y reivindicado), Avellán nos ofrece una producción
que pone en perspectiva los niveles de verdad en los discursos ideológicos,
logrando así, en su obra como en sus posicionamientos, a veces
contradictorios, en los diarios, plantear una poesía fuerte, marcada
por el envolucramiento social al mismo tiempo que por la clara conciencia
que todo envolucramiento es el resultado de intereses de grupo.
De ahí toma todo su sentido su reivindicación como poeta
homosexual, que toma la palabra para una clase social. La voluntad del
poeta de situar la experiencia vivida como recurso ideologizado de poder
no puede sino remitirnos a idénticos pasos hechos en su tiempo
en Nicaragua por la poesía femenina en cuanto discurso de liberación.
Notaremos en este mismo sentido la distancia, a veces clara a veces fluctuante,
practicada por las poetas femeninas respecto de un envolucramiento político
directo, con el fin de abrir ampliamente paso a la voz femenina en sus
diversas manifestaciones individuales.
La predominancia del Yo sobre el nosotros en este tipo de poesía
es, como en el caso de la poesía de Avellán, el medio para
afirmar valores ontológicos propios ante normas sociales opuestas.
MARTA LEONOR GONZALEZ Y EL PODER
La obra de MLG se define por la brevedad de sus textos, así como
por la desconstrucción que ella le hace sufrir al idioma muy a
menudo.
Ese recurso de maltrato de la lengua viene sustentar en su poesía
la fuerza de las imágenes.
Mientras anteriormente la poesía femenina nacional enfocó
formas del ser y el estar propias de lo femenino por oposición
a lo masculino, para plantear el deseo femenino frente al deseo masculino,
MLG da un paso más, al igual que su contemporánea la artista
Patricia Belli en sus cuentos, en describir ya no el cuerpo femenino sino
el cuerpo masculino como objeto del deseo ajeno, objeto en MLG sometido
y a veces ridiculizado, lo ridículo siendo una forma de erotización
del discurso de posesión del hombre por la mujer para el lector.
En MLG como en Belli, el cuerpo y el ser masculinos son objetos central
del deseo de la narradora; sin embargo, en Belli son los sentimientos
de la mujer sobre y hacia el cuerpo masculino que son tema de los cuentos
- o sea el Yo femenino reflexionando sobre la relación y la fantasia
de la misma, al igual que ocurre en Avellán por ejemplo en cuanto
del discurso homosexual se trata -, mientras en MLG es el mero aparato
sexual masculino en cuanto objeto a disposición que es el centro
de atención de la poetiza.
Ese inversión del discurso dominante es la que provoca el choque,
poniendo MLG a la altura de este "excelente disgusto" carlosmartiniano,
provocando el lector desde la insurrección ya no generacional o
de casta, ya no del Ser-mujer, sino del ser una mujer. Lo que, sustendado
por golpes de estado que le da la autora al idioma, en textos cortos de
tipo epigramáticos, le da su extrema fuerza y vigencia a la obra
de MLG, jugando ella con los símbolos fantasmáticos de la
mentalidad masculina acerca de la mujer fatal, para invertirlos y darnos
no el retrato de una dominadora (objeto sexual recurrente de los sueños
prohibidos del dominio del hombr), sino de una mujer dominante, o sea
de una mujer actual, directora de revista.
DONALDO ALTAMIRANO Y LO RIDICULO
Expatriado amigo mío en Honduras, Donaldo Altamirano tiene una
página abierta en La Prensa Literaria desde su exilio, gracias
a la voluntad de Marta Leonor González, una de las primeras sin
duda a darle tributo después de Raúl Quintanilla en las
páginas de ArteFacto.
Amante de Francisco de Quevedo y de Beltrán Morales, sus formas
cortas usando el escorzo como recurso lo más apropiado a la crítica
y denuncia de las incoherencias sociales, PLC (Pedro León Carvajal)
nos propone en sus cuentos cortos, a menudo no más de una página,
relatos sin sentido, sea que plantean situaciones sin más - no
historias con un inicio y un fin, historias "sans chute" -,
sea que cuentan situaciones propiamente surrealistas.
El recurso de PLC sirve a poner en escena el estar-allí de este
autor, filósofo de formación, que se plantea en su obra
pictórica la cuestión de lo absurdo en las situaciones las
más santas (así en su Crucifixión en la que Jesús
se está oliendo los sobacos), y del trazo como creador de formas
surrealistas y monstruos ópticos en sus dibujos.
En sus cuentos, PLC se recuerda de la literatura de lo absurdo, entre
cuyos autores él admira Beckett y Ionesco, para enfrentarnos con
figuras de personajes perdidos en el paísaje de su vida cotidiana,
si nos es permitida la comparación Quijotes frente a monstruosidades
inexplicables como las figuras robóticas que nacen de los trazos
de PLC en su obra de dibujador como mera manera de prácticar la
técnica, figuras nacidas del trazo mismo sin idea prederminada.
Las situaciones a las que se enfrentan los héroes que no lo son
de PLC nacen propiamente de este universo literario que PLC modeliza a
partir del suyo y nuestro: la realidad kafkaiana del pequeño en
la ciudad y la vida, héroes desmovilizados, sin meta.
En eso, nos ofrece una visión de la realidad nacional y continental
desde un punto social, como los hacen desde un punto de vista político
en sus obras respectivas Erick Aguirre y Juan Sobalvarro.
JUAN SOBALVARRO: EL CONTEXTO Y LAS SITUACIONES PROPIAS
Tanto en su narrativa como en su poesía y sus ensayos, Juan Sobalvarro
propone una relectura de la vivencia nacional y la historia literaria
desde un punto de vista crítico.
Así en su narrativa y su poesía, nos cuenta pedazos de su
vida propia de manera notablemente objetivo, en el que los hechos solos
inducen el lector a reflexionar sobre la situación descrita, manera
que tiene eco en la muy interesante propuesta de aproximación a
la historia literaria nacional contemporánea, que viene desarrollando
en 400 Elefantes, a menudo de manera dialéctica ("las verdades..."
y "las mentiras..."), según un proceso que se distingue
de las habituales críticas sentimentales proporcionadas en estos
tipos de medios no oficiales.
Su alejamiento de las escuelas y los grupos lo asemeja, como el uso de
la vivencia personal como paradigma de la vivencia social, a Héctor
Avellán. La pretensión de llevar una crítica ensayística
paralela a su labor de escritor lo aproxima también a Donaldo Altamirano,
así como el uso del "non sense" que expresado en las
situaciones, antes que en las opiniones de sus personajes (a diferencia
ahí a veces de Altamirano), lleva el lector a asumir un papel activo
en la opinión que se viene forjando en base a los planteamientos
del autor, más asesor (o tutor) que guía.
La obsesión de Sobalvarro para comprender en su trabajo de crítico
el proceso histórico literario postcardenaliano, y en su trabajo
literario postsandinista lo hace hijo de su generación, con Erick
Aguirre, Alvaro Urtecho, Raúl Quintanilla o Héctor Avellán.
ERICK AGUIRRE Y LA PERDIDA DEL SOL
En su poemario Pasado Meridiano como en su novela Un Sol sobre Managua,
Erick Aguirre se revela como el periodista de talento que es, procesando
la realidad mediante el relato vivencial de la historia personal elevando
al rango de expresión generacional. Así la aparición
en Un Sol sobre Managua de figuras tan emblemática como la de Raúl
Orozco, el poeta de negro.
Revisando la historia reciente, se asemeja a Juan Sobalvarro. Pero iniciando
su recorrido no desde la negación o el cuestionamiento del sandinismo,
sino más bien desde la genealogía personal (Pasado Meridiano)
se acerca a Alvaro Urtecho y Sergio Ramírez, y desde las consecuencias
del liberalismo sobre una ciudad destruída por los catástrofes
naturales y la guerra, nos ofrece una puesta en perspectiva de la realidad
cotidiana similar a las reiteradas vidas de simbología mesíanico
con identificación implícita con Sandino y el mismo autor
en Ramírez.
Pero ahí donde la reconstrucción del proceso histórico
se remite en Ramírez a la historia del siglo XX desde la primera
mitad, Aguirre revela su identidad generacional con autores tales como
Urtecho y Sobalvarro al plantearla a partir de la segunda, y más
precisamente su compromiso periodístico más que novlístico
o histórico en la elección del hito de los 70.
Como en Ramírez, Avellán o Sobalvarro - y de alguna manera,
aunque no implicada políticamente, en Porfirio García Romano
y David Ocón -, en Aguirre es la vida real, lo vivido, que sirve
de base a la historia. Influenciado en ello por la teoría de su
época - las "circunstancias" de Ortega y Gasset y posteriormente
de los estructuralistas -, su obra se lee como el testimonio dialéctico
del postsandisnismo, no en una perspectiva irónica y de oposición
al compromiso político como lo son las de Sobalvarro y más
todavía de los jóvenes grupos literarios managüenses
(Tribal Literario, Literatosis), sino todo lo contrario, como la obra
de su amigo Orozco, en cuanto historia del compromiso perdido de la política
con y hacia el pueblo después de la revolución (lo a que
remite la recurrente simbología del recorrido del sol en los títulos
de la obra de Aguirre, en particular con el muy emblemática Pasado
Meridiano, evocación eniquevoca de su baja).
MARVIN CORRALES, DIOS Y EL DIABLO
En su obra teatral, "La Mosca", premiada en el Certámen
2002 de la UNAN-Managua, Marvin Corrales asocia una doble preocupación:
moral y católica acerca del pecado original y su consecuencia hoy
en día (sobre la progenie humana de Darío), y social y nacionalista
acerca de la situación de Nicaragua y su pueblo frente a las multinacionales,
simbolizadas por la Coca Cola, asimilada a la serpiente bíblica.
La ingenuidad aparente del tema se complica a gusto por la multiplicación
de los enfoques desde personajes evocados sin ser nunca realmente claramente
definidos.
Esta preocupación doble: teológica y social, es la que en
Una burla sencilla, primero libro del autor, se expresa en un poema y
una serie de cuentos, en los que se mezclan consideraciones místicas
que nos recuerdan Alfonso Cortés, y un lenguaje coloquial muy propio
de Fernando Silva, logrando así Corrales la unión de los
dos extremos de la tradición literaria nacional: lo pulcro postmodernismo
y la coloquial vanguardía y postvanguardía, en una sútil
mezcla a la que ya nos había preparado el artista y escritor David
Ocón en sus cuentos.
Pero ahí donde Ocón recurre a imágenes del arte y
la literatura cultas que retuerce hasta darle un toque coloquial, apropiandóselos,
Corrales utiliza símbolos universales, y ahí donde Ocón
por su gran cultura artística logra elevar lo propio afirmándolo
negativamente al retrotraer la evocación en su recorrido personal
de las grandes obras de siempre como epígonos de situaciones de
aquí, el más coloquial Corrales probablemente por su formación
antropológica utiliza ya no las obras sino los símbolos
de conotaciones universales (el árbol, la oscuridad) para enoblecer
la aventura nacional. Los dos recurriendo al igual que Silva al idioma
como sintagma de lo propio, valorando en él la burla, desde una
perspectiva vanguardista y hegeliana, pabloantoniocuadrana o güegüencista,
según como cada uno se lo planteara, de lo nicaragüense como
inversión.
A lo absurdo como recurso literario en Silva y Ocón, Corrales,
siendo también actor de máscara, adjunta lo trágico,
lo que lo acerca en su poema "La Noche de los Alucinámbulos",
en forma de larga plegaria, a las oraciones de la poesía cardenaliana,
y a las pretensiones lautréamontianas de los contemporáneos
Tribal Literarios.
TRIBAL LITERARIO Y LITERATOSIS
Aunque no obligatoriamente de manera explícita, los Tribal Literarios
- que se valen abiertamente de la herencia décadente -, son más
que todo hijos de Carlos Martínez Rivas, del cual utilizan formas
y finales poéticos.
Su afirmación de lo literario como vivencial, y de lo vivencial
como superior a lo social, y de lo superior como clasista, y de lo clasista
como individualista, y de lo individualista como existencialista, y de
lo existencialista como único valor, les hace hijos espirituales
de los de la generación anterior, de Héctor Avellán
a Juan Sobalvarro entre los más jóvenes.
A pesar de la devoción inequivoca en los tres grupos (Tribal Literario,
Literatosis, ArteFacto) al maestro Martínez Rivas, pero sin embargo
al margen de estos planteamientos de "insurrecciones solitarias",
se presentan los Literatosis como un grupo más próximo a
ArteFacto en el pensamiento de crítica social, y el proceso de
desconstrucción y collage formal en su poesía. Los Literatosis
reemplazan por una superposición de trozos de vivencias sociales
como collages o palimpsestos lo pulcro del trabajo de la palabra en sí
décadente, mallarméana y carlosmartiniana empleado por los
Tribal Literario.
Cuando los Tribal Literarios buscan expresar situaciones vivenciales mediante
palabras denotativas, que se sustituyen a las acostumbradas del lenguaje
común, el trabajo de la forma expresándose en el campo de
la invención y del reemplazamiento lingüístico, los
Literatosis expresan estas vivencias a través de la superposición
de trozos de poemas como yuxtapuestos. Mientras al cambiar las palabras
comunes por términos cultos o inauditos los Tribal Literarios pretenden
así afirmar gustos y técnicas literarios no sociales, y
por ende clasistas, los Literatosis prefieren reivindicar posicionamientos
sociales mediante vivencias reveladoras a semejanza de Raúl Quintanilla
al que dieron tributo.
Mientras en su poesía los Tribal Literarios cuentan básicamente
(aunque sea más complejo el proceso en la realidad de la creación
cuando se da) historias lineares, cambiando cada palabras por otra (similar,
contraria, contradictoria o sin ninguna relación), promoviendo
así la expresión de una visión personal, idiosincrática
(métafórica, si nos reportamos a la famosa relación
"métafora/metonimía" de la lingüística
y la semiología contemporáneas), de lo real, los Literatosis
superponen relatos paralelos, acentuando así no la personalidad
de la comprensión individual del mundo, sino la multiplicidad del
mismo, en una perspectiva que debe mucho a la corriente exteriorista nicaragüense
propiciada en particular por Ernesto Cardenal, y todavía perceptible
por ejemplo en los escritos de Donaldo Altamirano.
Así, aunque los dos grupos: Tribal Literario y Literatosis en sus
nombres revelan un malestar ante su propia situación ante el hecho
poético nacional, y un deseo de relevar a sus mayores, Tribal Literario,
al reivindicar formalmente su dependencia a movimientos contemporáneos
y sin embargo opuestos al naturalismo de finales del siglo XIX, expresan
claramente su deseo de no envolucramiento social y afirmación de
la poesía por la poesía. Por ello, responden a propuestas
desconstructivistas, a través del reemplazamiento sistemático
de la palabra común, manera que encontramos en Francia en Nodier
y Mallarmé. Al contrario, los Literatosis, superponiendo como en
forma de collages partes distintas para conformar un sólo poema,
proponen visiones caleidoscopicas de la realidad, periodísticas
o esbozadas, como Erick Aguirre en Un Sol sobre Managua, Sergio Ramírez
en su novelística o Avellán en sus poemas, y más
generalmente películas contemporáneas como las de Quentin
Tarantino o Things You Can Tell Just By Looking At Her del 2000 de Rodrigo
García, camino abierto entre otros en la narrativa por el español
Camilo José Cela en los años 60.
Es así interesante notar que reproducen los dos grupos en su enfrentamiento
de hecho, por ser los dos managüenses y de finales de la década
del 1990, debates antiguos, que en América Latina por ejemplo se
dieron entre los representantes de una poesía pura (José
Lezama Lima, Rodolfo Hinostroza, Javier Sologuren) y los de una poesía
social (Cardenal, Pablo Neruda, Mario Benedetti).
ALVARO URTECHO Y LA FORMA DEL PASO DEL TIEMPO
Sin duda el más destacado poeta de hoy y tal vez el más
importante en Nicaragua después de Carlos Martínez Rivas,
por la calidad de su poesía, Alvaro Urtecho supo entrañar
en una sola obra la imagen del paso cotidiano del tiempo, y la vivencia
metafísica de un intelectual frente a la imagen que se hace del
mundo.
Ahí tal vez reside el hecho que se puede hablar de Urtecho como
de un poeta de la música, música sobre la que se abre la
Cantata Estupefacta, ruido embrutecedor de la discóteca, y música
del silencio de los días pasados de Cuaderno de la Provincia. Música
wagneriana y huguesca del Esplendor de Caín.
Sin incurrir en lo desconstrucción formal, Urtecho logra llevarnos
sentimientos y hacernos compartir situaciones, como en otros ámbitos
Erick Aguirre y Juan Sobalvarro, en palabras simples y frases construídas
que no son sin recordar Carlos Martínez Rivas.
Esta simplicidad formal es más interesante todavía porque
permite, caso excepcional en la poesía, a Urtecho crear universos
fuertes. A través de relatos donde la palabra lo ceda a la descripción
de la situación, Urtecho logra poseer una fuerza de evocación
que, no transmitida por imágenes modernistas o pabloantoniocuadranas
de rematada simbología y excesivamente pulcro lenguaje, ni mucho
menos por desconstrucciones formales coronelurtechianas o postmodernas,
no puede sino compararse al gigantismo genial de un Hugo: de hecho, al
igual que la del francés, la poesía de Urtecho, que presta
de Hugo la utilización de las figuras bíblicas evocadas
en forma romántica y heroizadas como alegorías de los elementos
primordiales, se mueve entre (y/o ha evolucionado de) por una parte la
utilización, precisamente, de las figuras-símbolo de la
tradición clásica para representar la gesta nacional contemporánea
vista desde un punto de vista personal y subjetivo (comparemos Cantata
Estupefacta y Esplandor de Caín con La Leyenda de los Siglos),
y (hasta) por otra la evocación de la vida cotidiana en términos
domésticos y estacionales, ahí también el curso del
tiempo macrocósmico sirviendo de medido y espejo al paso de la
vida humana particular (comparemos Cuardeno de la Provincia, que comparte
con las Odas elementales nerudianas el deseo de elevar a poesía
la evocación de las cosas cotidianas - aunque, sustituyendo las
alegorías en forma de naturalezas muertas barrocas del maestro
chileno, Urtecho logra según nosotros una mejor cercanía
con el sentimiento de lo común o conocido -, con Feuilles d'Automne
o Les Contemplations).
Como sus contemporáneos, Aguirre, Raúl Orozco, Urtecho nos
relata su propia vivencia de la historia nacional, pero en una forma que
nos recuerda más Horacio Peña, Sergio Ramírez, o
Martínez Rivas. Aunque sus recuerdos de provincia se asemejan a
los de Pasado Meridiano de Aguirre.
Pues, más que los eventos exteriores descritos por Sobalvarro,
Aguirre, Orozco Ramírez, y más que los pensamientos ensimismados
ofrecidos por ejemplo en la obra de los Tribal Literarios, es la visión
intelectualizada por reflexiones acerca de la realidad inmediata de nos
representa Urtecho, utilizando probablemente así, como intelectual
de formación filosófica y docente que es, el lenguaje directo
para renforzar la idea sobre la palabra.
|
|