Félix Sautié |
A propósito del discurso de Raul Castro.
Facilitar la crítica y trabajar en el ser social.
18:59h. del Martes, 7 de agosto.
Tradicionalmente los temas referidos a Cuba desde hace mucho tiempo, en mi criterio muy personal, se han estado dilucidando a partir de un conjunto de condicionamientos previos nada sanos y cuando contienen críticas generalmente solo es posible efectuarlos en los medios del exterior.
En estas circunstancias, además, los que habitualmente nos decidimos ha escribir algo al respecto, en reiteradas ocasiones, tenemos que enfrentarnos a pronunciamientos extemporáneos y amenazantes, fundamentados en una polarización casi absoluta que intenta controlar y condenar a cualquier pensamiento independiente que no se subordine a los polos opuestos de uno u otro signo.
En este orden de cosas, uno de los recursos más al uso y en ocasiones inconscientes, son echarle mano a la desautorización, la descalificación, los insultos y hasta las veladas amenazas a quienes no coinciden con el criterio imperante. Así las cosas muchas veces afirmadas en un gran oportunismo que lucha por el mantenimiento de un determinado estatus personal, así como por el triunfalismo que nos invade por todas partes y que afectan sensiblemente a los análisis objetivos y razonados sus causas, efectos y posibles soluciones.
Es en estas coyunturas que durante la celebración oficial del 26 de julio de este año 2007, en la provincia de Camagüey en Cuba, el General de Ejército Raúl Castro, Segundo Secretario del Partido Comunista de Cuba y Primer Vicepresidente de los Consejos de Estado y de Ministros, expresó un discurso que en mi opinión ha roto todos los cánones tradicionales del triunfalismo al uso, para exponer descarnadamente y con el ánimo de buscarle soluciones efectivas y reales, un conjunto de problemas básicos que se confrontan en Cuba, con un llamado a trabajar con sentido crítico y creador sin anquilosamiento ni esquematismos.
En este sentido, muchos de los problemas ampliamente reconocidos por Raúl han sido objeto de los planteamientos que algunos venimos reiterando con el mejor ánimo posible y en la dirección de evitar el auto derrumbe de la Revolución desde adentro, autodestrucción del proceso desde adentro que mientras más tiempo transcurre en el estado de cosas en que nos encontramos más posible se hace, en mi criterio.
Baste solo señalar el hecho de los aumentos de precios de los productos alimenticios en el mundo, mientras que en Cuba muchos de estos productos contradictoriamente en la actualidad dependen de un complicado comercio con los Estados Unidos, realizado con la amenaza latente de que lo corten e impida la Administración Norteamericana de turno, que es la más agresiva hacia Cuba desde 1959 a la fecha, mientras que el propio Raúl expresó en este discurso al referirse a estas alzas de precio de los productos alimenticios, que: “…estoy mencionando muchos productos que me parece que se dan aquí, me parece además que sobra tierra, me parece además que con esta generosidad de las lluvias del año pasado y el actual, aproveché en llegar aquí por tierra, para ver que todo está verde y bonito, pero que lo más bonito estaba, que lo que resaltaba a mis ojos, era lo lindo que estaba el marabú (se refiere a una planta leñosa y con muchas espinas que es improductiva y muy dañina al medio) a lo largo de toda la carretera.
Por tanto, cualquier incremento de salario o descenso de los precios, para que sea real, solo puede provenir de una mayor y más eficiente producción o prestación de servicios que permita disponer de más ingresos. <….>
Para tener más, hay que producir más y con un sentido de racionalidad y eficiencia, de forma que podamos reducir importaciones, en primer lugar de alimentos que se dan aquí, cuya producción nacional está aún lejos de satisfacer las necesidades. <…>
Para lograr este objetivo habrá que introducir los cambios estructurales y de conceptos que resulten necesarios. “(fin de las citas)
Considero que sobre esto puedo hablar a partir de experiencias muy directas y personales, porque no soy ningún cuadro improvisado, ya que he trabajado muchos años directamente en la Construcción del Socialismo en Cuba, por ejemplo, entre otras múltiples tareas, baste solo mencionar que en Camagüey específicamente en donde están los campos de que habla Raúl, estuve 4 largos años de mi vida, pasando muy por encima de mis limitaciones diabéticas y trabajando en la producción agrícola para la zafra azucarera de los 10 millones, como parte de La Columna Juvenil de del Centenario, contingente de 50 mil jóvenes que al llamado de la UJC marcharon para desbrozar las tierras camagüeyanas y que por cierto la Columna sí cumplió su plan para los 10 millones de toneladas de azúcar.
En consecuencia, quiero expresar que esos criterios que he citado del discurso de Raúl reflejan muy objetivamente una realidad que podríamos haberla solventado mucho mejor, si nos hubiéramos dedicado a lograr lo que textualmente expresa en su discurso al respecto: “sumar a todos a la batalla cotidiana contra los errores propios que agravan las dificultades objetivas derivadas de las causas externas. <…>
”Estamos ante el imperativo de producir más la tierra, que está ahí, con tractores o con bueyes como se hizo antes de existir el tractor.”.
Con esto quiero expresar mi criterio de que la maquinización, la quimificación y la concentración de la producción agrícola a partir de las grandes granjas estatales inspiradas en los clásicos conceptos del socialismo real que recibimos de la URSS y de la economía de plantaciones, han demostrado un gran fracaso. Por lo que creo necesario que nos planteemos la descentralización, la cooperativización, la pequeña finca del campesino que no es enemigo sino aliado, como un camino importante a recorrer. Porque así lo avalan las experiencias positivas del ANAP (Asociación Nacional de Agricultores Pequeños) con sus campesinos productores individuales, sus cooperativas de crédito y servicios, sus cooperativas agropecuarias y múltiples iniciativas más, a pesar de ser muy entorpecidas por la burocracia centralista de un Acopio Estatal que tal y como se reconoció en la Asamblea Nacional del Poder Popular, ha estado mucho tiempo sin pagarle a los productores y que después pierde grandes cantidades de productos en el campo que se quedan sin llegar al consumidor.
También podría citar múltiples experiencias positivas en la producción agropecuaria de las UBPC (Unidades Básicas de Producción Cooperativa) integradas por obreros agrícolas que reciben sus salarios por denominarle de alguna forma según los rendimientos de la producción.
Entonces si tenemos incluso estas experiencias concretas hay menos razón aún para que en vez de despedazarnos unos a otros en discusiones personales estériles, dedicarnos a trabajar a favor de que se introduzcan los cambios estructurales y de conceptos que resulten necesarios para dejar atrás las fórmulas evidentemente fracasadas de un socialismo centralista y poco participativo. Proceder desde un trabajo directo sobre el SER SOCIAL en donde se encuentran las fuerzas productivas que realmente son su elemento más dinámico y las relaciones de producción que a veces se hacen obsoletas.
Este es un criterio que no le he copiado a ningún mentor extranjero sino que lo he experimentado directamente en la base y en la dirección.
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