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Félix Sautié

 

La historia y la realidad son lo que son y no lo que queramos que sean
martes, 07 de agosto de 2007 

Estimados lectores de POR ESTO!:

Tras la publicación en la sección cultural Unicornio, del domingo 5 de agosto del 2007, (http://www.poresto.net/content/blogcategory/38/56/) de mi Carta Abierta a Desiderio Navarro, la cual ha circulado además por la vía de la red del Ministerio de Cultura que intercomunica a buena parte de los artistas e intelectuales cubanos, he recibido múltiples correos electrónicos solicitando un mayor abundamiento con relación a la memoria histórica que mucho tiene que ver con el trabajo cultural e informativo de las décadas de los años 60 y 70 del siglo pasado, en los que he sido participante y testigo de excepción. Otros me propusieron la idea de publicar de nuevo una recopilación de varios de los artículos que menciono en mi carta, así como de algunos de mis libros que en ella aludo. En suma se trata de planteamientos y exigencias lógicas derivadas del contenido de la Carta Abierta que les comento.

La información, en efecto, debería ser siempre lo más completa posible en sus elementos esenciales, a partir de una relación directamente proporcional con el interés público que motivan y con la índole específica de su contenido. En definitiva, buscar los contenidos y las formas adecuadas que permitan el esclarecimiento de la verdad histórica. Me siento por ello en el deber, ante todo con ustedes y con mi fraternal colega Mario Menéndez que acogió ese texto, de ofrecerles elementos de juicio, antecedentes y consideraciones complementarias sobre la razón de ser de mi carta, animada por el propósito de impulsar el análisis reposado, profundo y respetuoso surgido de un diálogo de todos con todos, propiciador del reencuentro, la reconciliación así como el necesario perdón de agravios, empeño al que todos sin excepción deberíamos concertarnos sin que esto quiera decir que se eludan las responsabilidades que cada cual ha ido teniendo ni que, llegado el caso, se entorpezca la acción de la justicia necesaria. Es algo que considero muy importante esclarecer, para que quede bien sentado sin tergiversaciones ni manipulaciones.

No hay nada como el paso de un día tras otro y si tomamos en consideración aquello que se plantea en Mateo 10,26: "No le tengáis miedo. Pues no hay nada encubierto que no haya de ser descubierto ni oculto que no haya de saberse", nos afirmaríamos en la certeza de que la verdad que realmente ha sido, a la larga siempre se abre y se abrirá paso. Precisamente éste resulta ser el fundamento esencial en el que se basan los planteamientos de de mi Carta Abierta, la que dirijo a un medio lleno de angustias y de preocupaciones, con el propósito de aportar la verdad que conozco porque la he vivido desde adentro y muy comprometido con el proceso social cubano. En un momento tan importante como el que se ha presentado no podría mantener el silencio en torno a muchos acontecimientos históricos de un período que va a cumplir 50 años, porque la omisión constituye un pecado y casi nunca entraña neutralidad. En este orden de pensamiento, creo que el respeto a la verdad histórica debería ser un culto ineludible, porque ninguno de los que hemos sido participantes y mucho menos de los que no han estado presentes en algo, tenemos derecho de eludir, negar o incluso manipular la verdad que ha sido y que es. En estas circunstancias, siempre deberíamos tener muy en cuenta que la Historia y la Realidad son lo que son y no lo queremos que sean, en razón de intereses personales, miedos y tergiversaciones para ganar autoridad o escalar pasando por arriba de las cabezas de los demás.

Hay un principio básico para las buenas relaciones humanas, que es el de aprender a escuchar a los demás. Bien pudiéramos decir también aprender a leer a los demás, a los efectos de comprender, del modo más exacto posible, lo que los otros nos quieren decir, ya resulte algo que nos disguste, que no nos convenga o simplemente con lo cual no estemos de acuerdo. Sobre la base de este principio, después de haber escuchado y comprendido, la ética del debate nos insta a no tergiversar, ni mucho menos poner en boca de los demás cosas que no se han dicho, pues eso denota malas intenciones y falta de limpieza en las relaciones interpersonales. Otra cosa es no entender y pedir mayores aclaraciones, nuevas precisiones, o que se sea más explícito en lo que se plantea, demandas desde luego muy lícitas, encaminadas a lograr la mejor comprensión de los asuntos que se intercambian.

Por otra parte el odio, los temores y el rencor son factores en extremo dañinos para todos estos procesos porque además de entorpecer las relaciones intersubjetivas pueden generar nuevos conflictos aún más complicados y perjudiciales que aquellos que los originan.

Es en medio de estas motivaciones, circunstancias y coyunturas, que de manera excepcional se han producido dos intensos períodos de debate en Cuba, por la vía de los medios alternativos que las redes de Internet y de los correos electrónicos nos facilitan, siempre pasando por encima de las grandes limitaciones de acceso a la comunicación electrónica que tiene la población cubana en general. Es aquí donde la red de la cultura ha sido el soporte básico principal de la intercomunicación, así como algunos portales informativos externos de muy amplio reconocimiento internacional. Esto constituye, en mi opinión, una posibilidad muy interesante que aún cuando resulta precaria por las limitaciones de acceso, ello forma parte de nuestra realidad y debemos aprovechar todas las vías legítimas a nuestro alcance en la búsqueda de soluciones factibles a nuestros problemas.

El primer debate comenzó a mediados de diciembre del 2006 y principios del 2007 y el segundo ha sido muy reciente, con motivo de un artículo escrito por la conocida periodista cubana Soledad Cruz, quien además del ejercicio del periodismo tiene en su currículo el hecho de haber sido Embajadora de Cuba ante la sede de la UNESCO en París y con la cual de nuevo quiero dejar bien sentado que nunca he estado en relación directa de trabajo y ni siquiera ha formado parte de mi círculo de amistades, por la no coincidencia en tiempos ni etapas de este proceso, dada su edad y la mía pues yo nací en 1938 y ella es mucho más joven que yo y comenzó en el periodismo activo en época que ya yo no tenía funciones de ningún tipo en la prensa cubana. Este artículo fue publicado en el portal Kaos en la Red con el título "El revolucionario riesgo de la verdad. No se sirve a la Revolución Cubana ocultando sus taras, defectos y problemas"
(http://www.kaosenlared.net/noticia.php?id_noticia=38676).

En su contenido Soledad plantea un conjunto de problemas, errores y deficiencias que subsisten en el proceso cubano y que crean un estado de malestar e inconformidades que hoy se mantienen vigentes dentro del pueblo y que, de persistir, pueden dar al traste con el proceso social cubano desde adentro. En este sentido debo decirles que es un artículo valiente y descarnado. Ese trabajo se comenzó a debatir con una muy nutrida participación y en el momento en que les escribo el portal reporta 3,566 lecturas y 304 comentarios, los que resultan ser números bastante significativos. En ese debate he participado también y escribí la siguiente opinión que les transcribo textualmente:

"Yo firmo desde adentro lo que dijo Soledad. Nací en 1938 en La Habana y no me ido de Cuba. Soy comunista ya va a hacer unos 50 años de militancia ininterrumpida y veo desde adentro esos problemas que dice Soledad y algunos más. Vivo en Centro Habana y sería bueno que los que la insultan sin argumentos y la atacan como "pequeño burguesa", se dieran vueltecita por aquí y hablaran con el pueblo sin meterle miedo con sus veladas amenazas que veo detrás de los seudónimos y anonimatos con que las escriben. Los verdaderos revolucionarios hablamos de frente y claro, sin escondernos detrás de ninguna máscara. Todo lo que afirma Soledad es rigurosamente cierto y debería debatirse con serenidad para buscarle soluciones y evitar el derrumbe del Socialismo que no queremos. Si no lo hacemos a fondo y a tiempo las consecuencias podrían ser muy malas para todos. Esa es mi opinión. Félix Sautié Mederos".

Desiderio Navarro intervino entonces en el debate en estos términos:

"Toca su turno a Desiderio:

¿Y en sus décadas de periodista estrella de Juventud Rebelde, de estrechos vínculos de trabajo con el Secretario Ideológico del Buró Político, y de Embajadora ante la UNESCO, no veía absolutamente nada de todo eso que ahora de repente ve con absoluta claridad y que su periódico, ahora con taras "estalinistas", no le permite publicar? Y si lo veía y no le permitían revelarlo, ¿cuántos textos como éste publicó en canales extraoficiales cubanos o extranjeros en todos esos años, criticando esos fenómenos y su censura? ¿O es que hasta ahora pensaba que sí se sirve, que sólo se sirve a la Revolución Cubana `ocultando sus taras, defectos, problemas? Estos más o menos destacados trabajadores ideológicos de la línea dura, que, en típicas transiciones de Período Especial, han pasado de la vicepresidencia del CNC en el Quinquenio Gris y otros sucesivos cargos directivos a la ética teológica -como Sautié-, del dogma al elogio de la herejía -como Luis Sexto-, y del periodismo contestatario al contestatario -como Soledad-, si desean tener cierta credibilidad y contribuir a la eficacia social de sus ideas críticas actuales, deberían proporcionar a la sociedad un utilísimo trabajo testimonial que sólo ellos y sus homólogos pueden realizar: no un mea culpa, ni siquiera una autocrítica, sino un análisis, basado en su rica experiencia biográfica, de las motivaciones y mecanismos ideológicos, psicológicos, políticos, económicos, etc. que siguen llevando hoy a muchas personas a desarrollar y mantener las mismas posiciones y conductas que ellos mantuvieron hasta hace poco".

Objetivamente se trata, tal y como escribo al inicio de mi carta, de una descalificación moral de mi persona expuesta "de forma hiriente, insultante e injusta, demostrando además poco conocimiento real de mi trayectoria dentro de la Revolución". La necesidad de replicar la ofensa, sin embargo, me trascendía. Los cubanos estamos ante un importante momento de inflexión en el que como nunca antes todo, absolutamente todo, está en juego y me encuentro agrupado entre los que opinan que el diálogo fecundo es el camino para que entre todos juntos (y valgan las redundancias de los todos), los de adentro y los de afuera sin excepción de ningún tipo y en igualdad de condiciones, nos sentemos en la mesa de conversación a los efectos de decirnos las cosas civilizadamente y en un clima de respeto y distensión que nos permita encontrar las soluciones y los caminos factibles para legar a nuestros hijos y nietos un clima de paz, de encuentro, de oportunidades para todos, de equidad distributiva y de justicia social que nos permita edificar dentro del país un proceso sociopolítico con todos y para el bien de todos. A tales efectos, pienso que para que realmente sea efectivo este reencuentro y esta reconciliación, es preciso garantizar lo que planteó Rosa de Luxemburgo y que dadas las actuales circunstancias de Cuba hoy no me canso de repetir lo cual parafraseo a continuación: la libertad habrá de ser para todos o no será.

En consecuencia, considero que el debate habrá de ser sobre el contenido de lo que todos decimos y no oportunidad para atacar a las personas y hurgar en su vida personal, lo que generaría una interminable cadena de pases de cuentas de unos contra otros, mientras que toda la estructura social en cambio se iría derrumbando y liquidando. Para eso hay que plantearse una ética y una cultura del diálogo, sobre lo cual varios especialistas cubanos recientemente han escrito al respecto. Les menciono algunos nombres que me vienen a la cabeza, tales como Roberto Cobas, Ovidio DïAngelo Hernández y Pedro C. Campos. De este último les cito un párrafo que considero muy importante extraído de un artículo publicado con el título "La cohesión revolucionaria, la cultura del debate y su ética", en el que textualmente plantea algo que considero de vital importancia y cito: "La crítica constructiva sobre deficiencias y políticas equivocadas, para hacer avanzar el Socialismo es bienvenida. La pretensión de debilitar los argumentos de quienes difieren, con diatribas personales sobre actitudes negativas supuestas o reales, son métodos ajenos a la esencia humanista del socialismo y nada tienen que ver con su ética y la cultura del debate revolucionario".

Ese es, precisamente, el problema al que estamos asomados, estimados lectores de POR ESTO! De no disponer todos, sin excepción, de la mejor voluntad que nos sea posible, podríamos perder una oportunidad única, en coyunturas en que el tiempo se nos está acabando y creo que todos deberíamos dejar a un lado los rencores y rencillas que carcomen a nuestras vidas para unirnos en el análisis y en la lucha contra nuestros propios errores, sin considerarnos los únicos limpios, de forma que todos quepan en este diálogo y que sólo se excluyan los que no tengan nada que decir o los que se queden sin argumentos.

Hay cosas muy interesantes en esta historia que ni se han dicho y que apenas he apuntado en mi Carta Abierta, sobre las cuales pretendo escribirles para desvelar la verdad que ha sido y que es, con vistas incluso al cambio, a las rectificaciones y las reformas que sean necesarias para abrirnos al futuro que todos debemos forjar, para hacerlo "por sobre las ruinas de nuestros propios errores para rectificarlos, sin mirar hacia atrás a los efectos de no quedarnos convertidos en estatuas de sal", como dije en un artículo que publiqué con el título ALGO SOBRE LA ÉTICA DEL DEBATE. Creo que a los lectores de POR ESTO! les van a interesar estos testimonios y estas vivencias extraídos de la vida misma, de mi experiencia y de la de otros compañeros que también me han acompañado, situados más arriba o más abajo en los niveles sociales de responsabilidad y comprometimiento. Vamos, pues, al encuentro del reclamo a compartir nuestra rica experiencia biográfica, sólo que ella, como ustedes podrán constatar, está a años luz de las tergiversaciones, falsedades y manipulaciones que en tan breve espacio destiló Desiderio Navarro.