Por Alberto Bru, Jordi Pedrosa y Txema Prada (Lista GCE)
Foro Guerra Civil Española (Entrar)
La guardia del bou "Gipuzkoa" saluda el izado de la ikurriña
El problema de la Aviación y la Marina de Guerra
Dos
grandes fiascos del Ejército Vasco de Aguirre fueron la Aviación
y la Marina. La primera tenía en contra suya una topografía
adversa, no sólo por la estructura quebrada y montañosa
de Vizcaya, sino por la estrechez de la faja cantábrica, todo
lo cual impedía montar en profundidad el despliegue de la red
de alerta y construir buenos campos de aviación. Pero lo peor,
aquí, fue el desamparo en que dejó a Vizcaya el Gobierno
de Valencia. Desde el comienzo
de la gran ofensiva de primavera no cesó el Gobierno Vasco de
pedir, con marcada insistencia, el envío de fuerzas de aviación,
dada la situación de verdadero desamparo en que a este respecto
se encontraba. No deja de extrañar
que, en Valencia, el jefe del Gobierno y ministro de la Guerra, Largo
Caballero, responda a las demandas de Aguirre y de Irujo aconsejándoles
que se dirijan a Prieto, que es el que tiene que resolver (2 de abril).
Y a Prieto le dice: "Tengo que recordarte que el Estado Mayor
del Ministerio de la Guerra no interviene para nada en las cuestiones
que afectan a las operaciones del norte". Prieto le responde,
no sin indignación, que eso no es cierto, como, por otra parte,
es lógico. De ese cruce de cartas se desprende que, en efecto, el Estado Mayor de Guerra ha pedido ya el envío al Norte de dos escuadrillas de caza y una de bombardeo, pero que Douglas, el consejero ruso de aviación, comunicaba que en aquel momento no se podía hacer porque los aviones disponibles no tenían autonomía de vuelo suficiente para ir en vuelo directo desde los aeródromos del centro. Prieto comunica ese mismo punto de vista a Aguirre, pero no deja de decirle estas dramáticas palabras: Participo de todas sus inquietudes y de todas sus angustias reiteradas en sus últimos telegramas. Hago nueva gestión para saber si datos técnicos más precisos rectifican la opinión negativa de Douglas que usted conoce ya por habérsela notificado yo.
A finales de mes,
ahora al mando del capitán Beneito López, un experto en
hidros, de nuevo los Savoia 62 se dirigieron, en número de cuatro,
a Santander, alcanzando su objetivo después de sobrevolar Francia
y de sufrir algunos incidentes, por despiste, que hicieron que sólo
el avión de Beneito amerizase en el punto preciso. Instalada
su base en el Cuadro de Maliaflo, los Savoia cubrieron misiones de reconocimiento
naval sumamente útiles dado lo interesante que a vascos y montañeses
les resultaba saber, en cada momento, la localización de los
buques de guerra y bous auxiliares enemigos. La tarea,- en cualquier
caso, fue ardua, ya que al carecer de radio cuando un hidro descubría
algo debía amerizar e informar verbalmente, lo que suponía
riesgos y grandes pérdidas de tiempo aunque a veces se daba lugar
hasta al divertimento, como cuando un Savoia, con Beneito a bordo, pasó
por debajo del puente mal llamado colgante de Santurce. Se hacía
indispensable y urgente, a pesar de la buena voluntad del Gobierno mejorar
el material aeronáutico. Ante el fracaso
virtual de las compras en el extranjero, lo que se imponía era
enviar aviones desde la zona republicana del Centro-Noreste, lo que
representaba tener que sobrevolar un buen trecho de territorio enemigo. Francia, de no haberse
sentido acosada por las agentes del Comité de No Intervención,
es de suponer que habría actuado de otra forma, pues en principio,
era proclive a ayudar a los gubernamentales. En los archivos del Ministerio
de Asuntos Exteriores, durante las operaciones a lo largo de la frontera,
encontramos referencia de numerosas violaciones del espacio aéreo
propio, incluido el lanzamiento de alguna que otra bomba por parte de
aviones con bandas rojas e incluso con el fuselaje completamente pintado
de rojo. Esta cuestión,
que es una de las claves básicas de la batalla del Norte, y se
mantendrá con caracteres a veces envenenados mientras se aguante
el frente. También Llano de la Encomienda no cesaba de pedir
el envío de aparatos. Las cifras medias,
evidentemente exiguas, de aviones oscilaron entre los 15 y 30. Largo
Caballero habló extensamente del problema (confróntese
su obra "Mis recuerdos"), así como Segismundo Casado
(léase Así cayó Madrid). Según Largo, la
culpa la tenía el mando su-premo ruso, suministradores, casi
en exclusiva, de la aviación en toda la zona en que gobernaba.
Su indignación llegó al colmo cuando, ya en el mes de
mayo, Prieto le manifestó que los técnicos los rusos,
claro, está habían descubierto que la
ruta Torrelavega-Reinosa podía ser cubierta por los aviones.
Ante esta revelación, un ministro anarquista Garcia-Oliver declaró:
¡Entonces hemos estado engañando a los vascos!".
El engaño continuaría. El Lehendakari decide
crear una pequeña flota de embarcaciones de guerra la Marina
de Guerra Auxiliar de Euzkadi, debido al acoso que los buques franquistas
ejercían sobre las aguas del Cantábrico. El 30 de octubre
se crea la Marina Auxiliar de Euzkadi y un mes después el Gobierno
Vasco incauta cuatro "bous" provenientes de los caladeros
de Islandia y Terranova. En su mayoría habían llegado
en la evacuación de Pasajes. Se les dotó de artillería
en unos casos (bous armados) o de aparejos para el rastreo de minas
submarinas en otros (dragaminas). Todos los buques fueron pintados de
color gris aplomado oscuro, siguiendo los esquemas de la Royal Navy,
llevando en sus amuras, en color negro, la inicial de su nombre o el
numeral correspondiente; izaban la Ikurriña a proa y la bandera
tricolor republicana a popa. Las tripulaciones se organizaron con personal
voluntario, procedente de las marinas mercante y pesquera, que suplió
su escasa o nula formación militar con entrega, disciplina y
una elevada motivación. Más de 900 marineros y arrantxales
llegaron a pasar por las filas de la Marina de Guerra Auxiliar de Euzkadi.
Sistema de codigos de cifras en la Marina de Guerra
de Euzkadi. En la medida en
que se fue agravando la situación militar no sólo la aviación
cobraba importancia dramática; el bloqueo naval empezó
a crear problemas de abastecimiento, servicio éste que siempre
tuvo muy eficazmente organizado el Gobierno vasco. Pero se vio empeorado
al levar anclas la escuadra de Buiza y Kuznetsov. Entonces sólo
quedaron en Bilbao dos destructores, el Ciscar y el José Luis
Diez, y tres submarinos, a los que se sumó la que hemos visto
llamada por Aguirre Marina Auxiliar de Guerra de Euzkadi":
varios bacaladeros al principio unos siete armados circunstancialmente.
La tripulación de estas pequeñas embarcaciones voluntarios
de los puertos vizcaínos se comportó bien, y en
más de una ocasión con heroísmo, pero la moral
de la dotación de los destructores y submarinos era catastrófica. En una carta de Aguirre a Prieto puede leerse: La actuación de las unidades de Marina que han venido a estos puertos ha sido tan desdichada que ya ha cundido en la opinión pública, no ya la crítica acerba, sino hasta el desprecio burlón... El comándame del Ciscar, cocainómano, frecuentador de cabarets, habla más de la cuenta... La anarquía y la indisciplina a bordo del Ciscar son evidentes... El comandante del submarino que está en Portugalete se pasa el día en el refugio con una silla, provocando la hilaridad de cuantos se acogen a aquel lugar.... |