L@s Naturistas, precursores del Ecologismo

 

 

  • Escrito por Dominique Petit (Enlace de la Federación Anarquista Francesa para la región de Ardennes)
  • Traducido al inglés por Doug Imrie, y del inglés al castellano por Re-Evolución (www.anticivilizacion.tk), tomado de la revista Anarchy, a Journal of Desire Armed  #56, otoño-invierno 2003/2004

 

 

La caída de la ecología política en el politiqueo actualmente está llevando a parte del movimiento libertario a reinterpretar la historia de la ecología y descubrir en ella, como por accidente, un inconfesable origen en Pétain, en efecto, en los Nazis (eco-fascismo). Esta mistificación obviamente sólo tiene una meta: desacreditar la corriente entera. Esto nos trae a cuestión muchos estilos de vida y pautas de comportamiento; algunos libertarios difícilmente parecen estar preparados para dejar atrás el reino de las “comodidades”. Esta voluntad política de rescribir la historia de un movimiento, lo mejor para combatirlo, se complementa con la aprobación de la mayoría politiquera del movimiento ecológico, que difícilmente va en la búsqueda de las raíces; la ecología no surgió en los 1970, poco más que esto fue inventado por Pétain. Vino del movimiento libertario, de la corriente anti-científica que apareció en el final del siglo pasado entre los anarquistas. Naturalmente, esta descendencia no encaja con los políticos del Partido Verde, pero tampoco con el gusto de los detractores de la ecología en el movimiento libertario. De acuerdo con ellos[1], esto no apunta a nada menos que promocionar un orden natural, legitimando la idea de un estado global y totalitario, que es supuestamente necesario para salvar el planeta.

 

En el final del Siglo XIX, justo en la mitad del desarrollo del sistema capitalista, los naturistas denunciaron la deforestación, la mecanización, la civilización y la ciudad. Emergiendo del anarquismo se disasociaron de él condenando la ciencia, que era idealizada por gran parte del movimiento revolucionario.

 

Hacia el estado de Naturaleza

 

Los naturistas ya estaban siendo testigos de los estragos de la contaminación industrial: “El aire es envenenado por los efluvios químicos y el humo de las fábricas… El agua es envenenada por los desechos de las ciudades y la huida desde los campos viene a lo largo del hedor.”[2] Para ellos, “Mientras la Artificialización establecida durante siglos de esclavitud sea considerada la base del sistema de la vida, habrá explotación, sin mencionar la continua e cada vez peor degradación de la naturaleza.”[3]

 

La artificialidad es el producto del “’Progreso y la Ciencia, el primero decapita, mientras el otro envenena despacio o brutalmente; nunca han ayudado a la humanidad tanto como la han herido, en tanto que el Progreso se eleva más y más con nuevas calamidades y nuevos motores asesinos, tanto en la forma de mecanización como guerra material: ellos añaden la Ciencia para ayudar al Progreso, y nosotros tenemos que luchar contra las los dos juntos.’[4] Lo que reivindicaban los naturistas eran las condiciones naturales de la Tierra, condiciones que aseguraban el refugio de las gentes y las cosas de los elementos y daba comida a todos mediante una producción indígena, abundante y variada en cada región, y que ha sido destruida o al menos gravemente dañada en el nombre de un puramente formal Progreso, y con la Civilización por excusa.”[5] “Los naturista quieren que la Tierra vuelva al estado de Naturaleza, queriendo decir con esto, vida natural sin cultivación, naturaleza total”. La agricultura es el recurso de la erosión: “La planicie deforestada fue convertida en campos de cultivo… El cultivo requiere trabajo, es decir, hacer pedazos la superficie del terreno. Cuando llegan las lluvias o se derrite la nieve, la tierra mojada se licua, y, como todos los campos de cultivo están inclinados, se hacen arroyos, que se vuelven ríos y de allí a la boca del río, que vierte esta tierra en el mar… Hoy, el suelo desnudo de su cobertura de follaje está en contacto directo con el gran Corazón, con la lluvia que cae en todas partes de las zonas desnudas llevándoselas rápidamente; las áreas húmedas se evaporan inmediatamente y la vegetación muerta de sed se marchita y languidece miserablemente.” La agricultura ha jugado también otro hiriente rol: “Transformando el suelo con el arado, la red de raíces que forman un forro como de fieltro es rasgado y la tierra, una sustancia fácilmente desmigajable, queda desnuda.”

 

Es así que todo el lento trabajo comprendido en el desarrollo del humus es desecho; “Que rico y gruesa es el estrato de tierra, lleno de fosfatos y nitrógeno, hecho por la caída de las hojas en millones de años. Y desde que esta superficie fue cubierta con plantas de todos tipos cuyas raíces se entremezclan y forman una densa red, y con esta red manteniendo abrigando la tierra en su lugar, la lluvia de verano, los diluvios de las tormentas y a nieve derretida puede correr sobre el suelo sin removerlo.”[6] “En el estado de naturaleza, la tierra provee en todas las regiones una producción variada y abundante suficiente para que cada cual pueda libremente satisfacer sus necesidades.”[7] Pero el ser humano no podía estar contento con recolectar plantas autóctonas; contribuyó a aclimatar, conservar y propagar plantas no autóctonas. “Este fue el inicio de la cultivación. El hombre tiene que tener un cuidado especial con esta planta foránea la cual, debilitada, sucumbirían si era dejada a sí misma, bajo la poderosa presión de la vegetación autóctona. Él tubo que preparar un camino especial para ella, albergarla, protegerla de todas la formas; en una palabra, le dedicó a ella una parte de su tiempo esto es, su independencia… [tuvo que] empezar a cazar para comer carne, y dar parte de su cosecha a cambio. El mal apareció con la transacción, el principio de comercio.”[8]

 

“Obligando al individuo a trabajar para poder comer, la civilización cometió un abuso de poder. Cada persona tiene el derecho a vivir sin producir, en tanto que se contenta con los productos naturales… En la naturaleza, todos los hombres son libres e independientes; la propiedad no existe porque la gente usa las cosas tal y como son, sin hacerlas sufrir ninguna preparación o transformación… Sólo la vuelta al estado de naturaleza nos llevará a la supresión de la propiedad.”[9]

 

Del entorno naturista…

 

Los naturistas aparecieron en París en 1894, en el vecindario de Montmartre. En aquellos días el Butte, con sus molinos de viento, con su maleza y campos era un pueblo en las afueras de la capital. Pero la expansión urbana causada por el desarrollo completamente irrefrenado del capitalismo expandió su destructiva labor a estas pequeñas islas en las afueras de la ciudad. Así, no es sorprendente que los naturistas emergiesen en el contexto de la resistencia del campo y la naturaleza a la urbanización.

 

El movimiento fue impulsado por la iniciativa de Emile Gravelle, un pintor y dibujante anarquista el cual publicó el periódico L´Etat Naturel, empezando en el 1894.

 

Un plan fue desarrollado con la intención de hacer una demostración práctica de la idea naturista, fundando una colonia en Cantal, pero el plan falló por necesidad de tierra y dinero para conseguirla. El periódico L´Etat Naturel creó un movimiento de simpatía y curiosidad. Por dos o tres años loa naturistas organizaron mítines y veladas familiares para popularizar sus ideas. Junto con este grupo en Montmartre, que hacían estos mítines en los cafés de las calles Blanche o Lepic, un segundo grupo se formó en la calle St-Antoine en la Bastilla. Emile Gravelle, que había publicado L´Etat Natural, gestionando, no sin dificultades, para sacar cuatro números entre 1894 y 1898 y dos números de folleto satírico Le Sauvage, en los finales del 1898.

 

En el transcurso del mismo año apareció Le Naturien, un folleto agitacional, fundado por Honoré Bigot, un trabajador. Solo cuatro números de Le Naturien fueron publicados. Al mismo tiempo, entre el 1895 y 1898, Zisley y Beaulieu publicaron La Nouvelle Humanité (20 números).

 

De acuerdo con la propaganda de estas publicaciones, la idea naturista se expandió por Francia, especialmente en Burdeaux, Dijion, Le Havre, Limoges, Marseille, Montpellier, Roubaix, St-Nazaire, Toulon y Tours. A finales de 1898, la propaganda se ralentizó un poco, con algunos partidarios de estas ideas separados los unos de los otros debido a sus circunstancias individuales, pero también por cansancio en algunos casos.

 

Las disputas surgieron; Alfred Marné, un naturista, disentió y formó un nuevo movimiento: el Salvajismo. Los Salvajistas organizaron unos cuantos encuentros de naturaleza privada o de amigos para expandir su nueva concepción. Sacaron un periódico, L´Age D´Or, del cual sólo un número fue publicado. Esta disensión parece haber escrito el final del movimiento naturista, que sólo continuó a existir gracias al incansable y energético Henri Zisly.[10] En noviembre del 1905 publicó el único número de L´Ordre Natural, y empezó en abril del 1907 a publicar la revista Le Vie Naturelle, que duró hasta mayo de 1921. Las condiciones objetivas para la última apariencia del movimiento naturista indudablemente fracasaron en materializarars a un mismo tiempo; el daño causado por el sistema capitalista no era todavía del todo irreversible. El movimiento naturista entró en un callejón sin salida: a nivel teorético los naturistas repetían siempre las mismas ideas sin enriquecer su concepción con nuevos descubrimientos. Sus militantes entonces intentaron realizar sus aspiraciones en la vida diaria.  Unos cuantos intentaron vivir en la naturaleza como salvajes. Por ejemplo, Eugène Dufour, cuando tenía 23 años en el 1901, se fue a vivir a los bosques en la costa del mar. En 1902, estaba en New Caledonia, y en 1912 en Tahití donde fundó la colonia Natura. Tahití también fue el lugar donde vivió una remarcable persona: Ernest Darling, el “nature man” a quien Jack London dedicó un capítulo de “The Crusade of the Snark.”

 

“Durante su estancia en París en 1901, [Eugène Dufour] estuvo presente en los encuentros naturistas y participó en sus publicaciones: habló allí de su experiencia de vida natural y los largos periodos que pasó en los bosques, desnudo, comiendo sólo fruta y bebiendo sólo agua.”[11]

 

Desde los orígenes del movimiento, los naturistas habían deseado crear una colonia, pero el plan nunca se materializó. En febrero de 1898, L´Etat Naturel publicó un llamamiento para hacer un plan con el que crear una colonia naturista En Francia. Este llamamiento, que en apariencia no fue contestado, realmente llevó a una lenta maduración de la idea en las mentes de los militantes. La idea de crear colonias anarquistas, milieux libres, fue parte del espíritu de aquellos tiempos. El movimiento a favor de crear estos milieux se extendió mucho más allá de los naturistas, incluyendo una gran parte de los anarquistas individualistas e incluso ciertos anarco-comunistas. En 1902 el plan tomó forma; la milieux libre de Vaux (en el distrito de Aisne) fue creada por 8 colonos, uno de ellos fue el naturista Beylie. No fue capaz de imbuir esta colonia con una orientación naturista; sólo tenía una distante conexión con las ideas contenidas en el plan de la colonia naturista.

 

…A la colonia naturista.

 

Paradójicamente, un militante que no pertenecía al movimiento naturista pero que ciertamente fue influenciado fuertemente por esta corriente, estuvo detrás del nacimiento de la colonia naturista.   

 

El 14 de junio del 1903, Fortuné Henry se asentó en los bosques de Aiglemont en los Ardennes. Fortuné fue durante mucho tiempo un militante anarquista y hermano de Émile Henry el cual fue guillotinado durante la época de los atentados. Después de cumplir una condena en prisión, Fortuné volvió a la casa de su madre en Brévannes, donde pasó el tiempo cultivando plantas medicinales. La muerte de su hermano dejó una profunda huella en él; para él significó el fracaso de los atentados, pero no renunció a la propaganda por el hecho por esto. Sólo cambió el significado de estas palabras- los milieux libres iban a ser a lo que llevaría su nueva concepción de propaganda por el hecho. Fortuné Henry nunca se refirió a los naturistas, pero el cuidado que tomó en adherir a las líneas generales  del plan para una colonia naturista publicado en 1898 es llamativo. El plan hace previsiones como sigue: “Por lo siguiente, para llevar a cabo este experimento necesitamos un lote de árboles, preferiblemente con suelo rocoso y con una fuente de agua… Cercado por nosotros, este lote debe ser reabastecido con tantos tipos de animales, ganado, animales de compañía, varios tipos de aves de corral, como pueda sostener. Albergues artificiales serán construidos para ellos… También intentaremos dedicarnos a la apicultura a gran escala para proveernos con ese precioso producto natural. Si el agua a nuestra disposición nos provee con lo necesario para hacerlo, nos ocuparemos en las más formas posibles de piscicultura [el cultivo de peces, mariscos, etc.]… Albergues temporales serán levantados rápidamente para ellos [los animales] y para nosotros; y entonces, habiendo mirado por nuestras necesidades más urgentes, seremos capaces de empezar a construir y equipar más confortables casas antes del invierno.”

 

Fortuné Henry decidió poner este programa en práctica: la colonia L´Essai fue situada en un claro en medio de los bosques Ardennes en un promontorio esquisto mirando cara el valle Meuse. Un arrollo corría por la parcela, lleno de agua. Tan pronto como pudieron los colonos rodearon la parcela con una cerca para protegerse de la incursión de animales salvajes. En 1904 la colonia comprendía 90 gallinas, 50 patos, 50 conejos, una vaca, un caballo, 6 cabras, 50 palomas y colmenas de abejas. Los establos estaban bien ventilados y el suelo de hormigón mostraba la importancia que daban a la higiene; los animales vivieron confortablemente. Excavaron un estanque y lo llenaron con agua con la intención de usarlo para piscicultura, un proyecto de crianza que al final no fue completado. Fortuné construyó él mismo un refugio con materiales disponibles en el terreno: hierba, tierra y ramas, en concordancia con las técnicas usadas por los leñadores y carboneros. Para protegerse a sí mismo del clima tormentoso, Fortuné Henry vestía cuero animal curtido.

 

Con la ayuda de muchos colonos, construyó entonces una casa más confortable para pasar el invierno. Esta casa, con sus muros de cob y su tejado de chépois (una hierba local), correspondía perfectamente a las moradas imaginadas por los naturistas. De todas formas, Fortuné no aplicó la teoría naturista en cuestiones de cultivo en su completa extensión: clareó parte del bosque para dedicarlo a cultivo y jardinería, y aunque usó abono natural para mejorar la tierra, no esparció plantas autóctonas sino vegetales en cambio, y labró la tierra.

 

Después de haber pensado desde el principio “que la colonia debería ser construida despacio, a la medida y mientras sea capaz de cubrir las necesidades de los miembros”, los colonos de Aiglemont adoptaron una nueva orientación a partir de julio de 1904. Fortuné Henry hizo una petición por préstamos en la prensa libertaria y, con los fondos recibidos, empezaron la construccion de una casa con fibrocemento y compraron un arado. Una hectárea fue puesta en cultivo (nabos y patatas). La idea naturista se deshizo con esto. Un recién llegado a la colonia empezó a impregnar su huella: André Mounier, apodado “el Agrónomo”, que tenía experiencia con la tierra y tenía un sólido entrenamiento en la moderna, eso es, agricultura industrial. Con su llegada la colonia se volvió una granja moderna, si bien no una modélica.

 

Hace un siglo los naturistas habían entendido ya el peligro de la destrucción de los ecosistemas, las causas y las consecuencias de la erosión  y el papel central del humus. Para ellos, la destrucción de la naturaleza no empezó con la industrialización o el capitalismo, si no con la introducción de la agricultura en la era neolítica.

 

La sociedad a la que aspiraban, el estado de naturaleza, corresponde a la vuelta al tiempo de los cazadores-recolectores. Esta parece algo completamente lleno de fantasía ahora, pero debe ser entendida en su propio contexto. En aquel tiempo el mito ocupaba un importante lugar en el imaginario social; fue un tiempo donde los militantes creían en la inminente llegada de la “Gran Noche” que clarearía el camino a la sociedad ideal, la comunista o la anarquista. En este contexto, el estado de naturaleza fue sólo una de las varias utopías usadas para dar apoyo a la vida diaria e incitar una agitación en la actividad militante.

 

“Vivamos en amor, experiencia y protejamos la Naturaleza, pero no la deifiquemos, o la idolatremos ni la levantemos templos o encontremos una nueva religión basada en dogmas ya suprimidos por mentes libres; luchemos por la existencia de leyes naturales, ¡las únicas leyes que aceptamos! Y seremos felices, el hombre y la mujer, ambos, para que la vida sea Goce y Felicidad y la Tierra pueda ser un Paraíso y el Infierno social del día presente desaparecerá con la Civilización –inútil, vil y repugnante- que lo ha creado. ¡Abajo la Civilización! ¡Larga vida a la Naturaleza!”[12]


 


[1] Ver en particular “L´ordre naturel revient au galop” de Phillippe Pelletier en el panfleto Ordre moral (Ediciones de Monde Libertaire).

[2] Emile Gravelle, “L´Etat Naturel”, febrero 1898 (reimpreso en Invariance)

[3] Emile Gravelle, “Le Naturien” 6-1-1898 (Invariance).

[4] Honoré Bigor, “La Nouvelle Humanité”, octubre 1895 (Invarience)

[5] Emile Gravelle, “Le Naturien” 6-1-1898 (Invariance).

[6] Henri Zisly, “La conception du naturisme libertaire”, noviembre 1918 (Invariance)

[7] Emile Gravelle, “L´Etat Naturel”, febrero 1898 (Invariance)

[8] Emile Gravelle, “La Nouvelle Humanité”, marzo-abril 1897 (Invarience)

[9] Henri Zisly, “La conception du naturisme libertaire”, noviembre 1918 (Invariance)

[10] Évolucionó hacia una concepción más ecléctica que llamó neo-naturismo.

[11] Tanguay L´Aminot, “Le Naturien” (A L´Ecart)

[12] Henri Zisly, “Voyage au beau pays de Naturie”, mayo 1900  (Invarience)

 

 

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