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Había dos cartas del licenciado Juan cuevas, pero era material de polémica el orden en que debían leerse. La primera constituía la exposición poética de lo que él llamaba «soberanía mundial»; la Segunda, también dictada a un mecanógrafo del portal de Santo Domingo, se desquitaba del obligado recato de la primera:

Pueden sacar de la presente carta todas las copias que deseen, especialmente para los miembros de la ONU y gobiernos del mundo, que son puros cerdos y chacalazos internacionales. Por otra parte, el portal de Santo Domingo es la tragedia de los ruidos, pero por otra parte me gusta, porque aquí vengo a tirar las piedras más grandes de la historia.

Entre las piedras figuraban las siguientes:

El Papa Romano es el cerdo más grande de la historia, pero de ninguna manera el representante de Dios; el clericalismo romano es la pura mierda de Satanás; todos los templos clericales romanos deben ser arrasados por completo, para que expenda la luz del Cristo, no solamente en lo profundo de los corazones humanos, sino transparentada en la luz universal de Dios, y digo esto, porque la carta anterior la hice delante de una señorita muy amable, en donde no pude decir ciertos disparates, que me miraba con una mirada muy lánguida.

¡Caballeresco licenciado! Enemigo acérrimo de Kant, insistía en humanizar la filosofía actual del mundo, tras de lo cual decretaba:

Y que la novela sea más bien psicopsiquiátrica, es decir, que los elementos realmente espirituales de almas que se constituyan como elementos científicos de la verdadera psiquiatría universal....

Abandonado por momentos un arsenal dialéctico considerable, entreveía el reino de la religión mundial.

Pero siempre que la humanidad se encarrile por los dos mandamientos universales; y hasta las piedras duras del mundo, tornándose cera sedosa de luz iluminada...

Poeta, y de los buenos.

Las voces de todas las piedras del mundo resuenan en todas las cataratas y barrancas del mundo, con hilillos de voces de plata, ocasión infinita de amar a las mujeres y a Dios...

De golpe, la visión arquetípica invadiendo derramándose:

El Cosmos de la Tierra, interior como la imagen mental universal de Dios, que más tarde se había de tornar materia condensada, está simbolizado en el Antiguo Testamento por aquel arcángel que voltea la cabeza y ve un mundo oscuro de luces, claro que literalmente no puedo recordar párrafos del Antiguo Testamento, pero más o menos ahí va la cosa; es como si el rostro del Universo se tornara la misma luz de la Tierra, y quedara como órbita de energía universal, alrededor del sol...Del mismo modo la Humanidad entera y sus pueblos, han de voltear sus cuerpos, sus almas y sus cabezas... Es el universo y toda la Tierra que se vuelven al Cristo, poniendo a sus pies todas las leyes de la Tierra...

Y entonces,

...solamente queda como una luz universal de lámparas iguales iluminando el corazón mas profundo de los pueblos...

Lo malo era que, de golpe:

Señoras y señores; La presente carta la estoy haciendo en medio de un ruido espantoso. Y sin embargo aquí le vamos dando; es que ustedes todavía no se dan cuenta de que para que la SOBERANIA MUNDIAL se escriba (?) de una manera más perfecta y que tenga realmente alcances universales de entendimiento, por lo menos he de merecer de ustedes que me ayuden amplísimamente para que cada renglón y cada letra esté en su lugar, y no este relajo de hijos de hijos de hijo de la chingada madre de todas las madres; chinguen a su madre todos los ruidos.

¿Pero qué importaba? A renglón seguido era otra el éxtasis:

¡Qué prestancia de universos! Que florecen como luz espiritual de rosas encantadoras en el corazón de todos los pueblos...

Y la carta iba a terminar floralmente, aunque con curiosos injertos de último minuto:

...Parece que se clarifica todo el universo, como luz de Cristo universal, en cada flor humana, de pétalos infinitos que alumbran eternamente por todos los caminos de la tierra; así queda clarificada en la luz de la SOBERANIA MUNDIAL, dicen que tú ya no me quieres, porque tienes otras mañas. - muy atentamente. México, D.F., 20 septiembre 1956 - . 5 de mayo 32, int. 111. – Edif. Paris. LIC. JUAN CUEVAS.

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