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Y
Demás
El Código Convenenciero
Sí, es una obra ficticia; sí, muchos fans
creen que la información es real y si, es otro ejemplo de la
hipocresía de un Hollywood cada vez más alejado del público
MAYO, 2006. Imaginemos un libro cuyo
argumento ronda en dos investigadores que descubren documentos que ponen
en duda la existencia del Profeta Mahoma o bien lo presentan como un
personaje proclive a los placeres carnales. Hollywood reaccionaría con
espanto ante la posibilidad de llevar una obra así al cine y
enarbolaría el respeto a las "convicciones religiosas". Y
así como nunca filmó la versión de Los Versículos Satánicos
de Salman Rushdie, ni tampoco hará una cinta sobre el asunto de las
caricaturas danesas, los estudios suelen hacer a un lado el
"respeto a las convicciones religiosas" cuando se trata de
atacar a la Iglesia Católica.
Hay una narración en El Código da Vinci que seguramente será
incluida en la cinta. Se trata de Silos, un monje albino que, desnudo,
se autoflagela y se produce heridas muy similares a las
estigmatizaciones de Cristo. ¿Volverán los críticos a denunciar,
horrorizados, la "violencia gratuita" que le encontraron a La
Pasión del Cristo o por el contrario, alabarán esta escena como lo
hicieron con las acciones violentas protagonizadas por Hannibal Lecter y
la "heroína" de Kill Bill? Seguramente que sí. Los críticos
tiene una doble moral aún más vergonzosa que la que poseen los
estudios.
Uno de los aspectos que más ha sorprendido es ver quiénes están
detrás de la verisón fílmica de El Código da Vinci. El
director Ron Howard llevaba una lista de películas de corte familiar o
donde resaltaba la lucha del espíritu humano ante las circunstancias
adversas, desde Apollo XIII y Una Mente Brillante hasta Cinderella
Man, mientras que Tom Hanks ha sido uno de los actores favoritos del
público norteamericano y protagonista de películas con el mismo
mensaje, incluido en Forrest Gump, Filadelfia e innumerables
comedias.
Y a diferencia de Jim Carrey, quien recibirá menos salario en el futuro
debido a sus recientes fracasos taquilleros, Hanks suele recuperar la
inversión de los estudios, lo cual garantiza que El Código
será un éxito, quizá el más grande, y el único, que Hollywood
tendrá este año (Misión Imposible III ya se hundió en las
taquillas ¿y acaso esperaban que la secuela de Atracción Fatal
se salvaría de la ignominia y la indiferencia?
Una historia ordinaria, ventas extraordinarias
Quiénes no están familiarizados con El Código da Vinci quizá
ignoran que se trata del segundo libro de una trilogía que empezó con Angeles
y Demonios y termina con Salomon Key. De todos, El Código ha
sido el más exitoso: lleva hasta el momento vendidas más de 60
millones de copias y se le ha traducido a 44 idiomas, cifra aún lejos
de los libros de Harry Potter --85 millones en total-- con la
diferencia que El Código es sólo un libro mientras que las
andanzas del mago llevan seis historias, con la séptima y última
programada para el 2009.
Sería injusto justificar el éxito de El Código a partir de la
mera paranoia. El libro es entretenidísimo, con unformación abrumadora
y un manejo del suspenso que hace de Dan Brown un dotado del género
como lo fue --con sus obvias limitantes-- Agatha Christie, y un
desarrollo de la historia muy parecido al estilo de Harold Robbins y un
desarrollo literario similar al de Ton Wolfe y Norman Mailer,
influencias muy claras en Brown. Sin embargo la trama en sí es
sencilla: un profesor norteamericano y una criptógrafa francesa siguen
la hebra de lo que parece ser una conspiración que, de revelarse,
pondrá contra la páred a gente importante del Clero, sobre todo del
Opus Dei.
A lo largo del libro se van agregando decenas de "claves"
dejadas por eminencias en las artes y la literatura para que en el
futuro y en el momento adecuado, y ya armado el "código", la
verdad salga a la luz. El desenlace, que nos abstendremos de mencionar
aquí, también es intenso y bien entramado.
Al igual que Los Expedientes Secretos X, los protagonistas del
libro son un hombre y una mujer quienes juntos deben desenredar la
conspiración.
Todo empieza cuando el curador del Louvre escribe, con su propia sangre
y antes de morir tras una emboscada, un extraño símbolo. El curador
tendría al día siguiente una entrevista con Robert Langdon, un
catedrático de Harvard experto en simbología religiosa. Junto con
Sophie Neveu, una criptógrafa nieta del curador, ambos se encargarán
de seguir la hebra de lo que parece ser una explicación que, de paso,
daría con quienes mandaron asesinar al curador. Para continuar la
investigación inevitablemente deberán poner en riesgo sus vidas y, al
final, huir de la autoridad.
Tras más y más claves, información a raudales, personajes y
organizaciones secretas, y con la ayuda de un millonario excéntrico que
vive cerca de Versalles, Lagndon y Neveu descubren que el curador era
miembro del Priorato de Sión, una archicofradía con más de dos mil
años de antigüedad y a la cual pertenecieron Da Vinci, Botticelli,
Descartes y Víctor Hugo, entre mucho otros.
Uno de los secretos más importantes que descubren radica en que Cristo
empezó a ser considerado una divinidad 200 años después hasta que el
emperador Constantino se encargó de redactar una nueva Biblia donde se
"borrara" la información incluida en los llamados evangelios
apócrifos. Parte de los datos "rasurados" señalaban que
Cristo era compañero sentimental de María Magdalena y que incluso tuvo
descendencia la cual llega hasta Neveu.
Como prueba están las claves incluidas en el cuadro de La Última
Cena donde se ve, a la derecha, al apóstol San Juan al cual Da
Vinci supuestamente dibujó como María Magdalena, tanto así que la
cercanía entre ambos formaba una "M", de María y de
Matrimonio. Las claves de la vasta conspiración están no sólo en el
Vaticano sino en el Louvre y la Abadía de Westminster.
El que la Iglesia católica sea puesta en entredicho no es asunto nuevo
en el cine: sólo basta mencionar La última Tentación de Martin
Scorcese donde el tema central es también el amasiato de Cristo con
María Magdalena, o bien Dogma, cinta filmada en el 2001 donde
una mujer que trabaja en una clínica de abortos súbitamente sufre
ataques en apariencia epilépticos a los que sigue un sangrado parecido
a las estigmatizaciones, monólogos en arameo y la necesidad de revelar
en su totalidad el mensaje del Mesías, y que haría innecesaria la
existencia de la estructura eclesiástica. Sin embargo a quien más
irritó esta última cinta no fue al Opus Dei sino a los estudios que
vieron cómo la tan deseada controversia nunca se dio y Dogma se
hundió en taquilla a las pocas semanas.
La diferencia con las otras cintas --La última Tentación
también hizo perder dinero a los productores-- es que El Código
viene respaldado por un impresionante éxito editorial que garantiza,
como ocurrió con Harry Potter, que los fans del libro
atiborrarán las salas y con ello se recupere lo invertido por los
estudios; es una apuesta donde difícilmente se puede perder, aunque su
mayor riesgo es que la cinta no satisfaga las expectativas de los fans y
por tanto la taquilla comience a decaer antes de lo esperado.
Pero el aspecto que más irritación ha causado es que Brown indica, al
principio de El Código, que la información "es
verídica", un recurso similar a la empleada para la promoción de The
Blair Witch Project. Falso: una de las mentiras más evidentes, por
ejemplo, es el Prioriato de Sión, el cual, lejos de ser una
organización bimilenaria, fue creada a mitad de los años cincuenta por
Pierre Plantard. Este dato que Brown omitió en su libro "como
licencia literaria", fue un motivo por el cual se le demandó por
plagio, acusación de la que salió bien librado.
El dato no es pequeño: el Priorato de Sión está debidamente
registrado ante el gobierno francés pero se encuentra lejos de ser una
cofradía tipo Templarios o Cruzados. También explica otras cosas, como
el que buena parte de la acción de desarrolle en Francia y que la
criptógrafa Neveu, la supuesta descendiente de Cristo, sea francesa
también. Por tanto no deberá extrañar si El Código da Vinci
se convierte en ese país en uno de los hits cinematográficos más
importantes ocurridos en ese país en mucho tiempo.
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