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LAMINAS DE LAS PINTURAS RUPESTRES DE FUENCALIENTE

 

REALIZADAS POR SU DESCUBRIDOR FERNANDO LOPEZ DE CARDENAS, CURA PARROCO DE MONTORO

AŅO 1783

El descubrimiento de las pinturas rupestres de Fuencaliente se debe a D. Fernando José López de Cárdenas, cura párroco de Montoro que recibió el encargo del conde de Floridablanca de recoger muestras de minerales y otras antigüedades con destino al Gabinete de Historia Natural que se estaba formando en Madrid por iniciativa de Carlos III.

El 26 de mayo de 1783, en compañía de su hermano Antonio López de Cárdenas y de un escribano de Fuencaliente, recorrió los yacimientos de Peña Escrita y La Batanera. Manuscritos y dibujos realizados ese día por Antonio López de Cárdenas y por el escribano de Fuencaliente se hallan en la Real Academia de la Historia, donde los encontró el profesor Gratiniano Nieto Gallo. Los dibujos de López de Cárdenas, conocido como el "Cura de Montoro", representan las primeras copias de pinturas rupestres esquemáticas realizadas en España.

Entre los papeles del Cura de Montoro hallados en la Academia de la Historia se encuentran (citando a G. Nieto Gallo): un cuadernillo con dibujos de Peña Escrita y de La Batanera realizados por el Escribano de Fuencaliente y por Don Antonio López de Cárdenas, con las correspondientes diligencias de autenticidad; un manuscrito titulado "Disertación sobre la escritura simbólica y jeroglíficos sigilados en piedras vivas de la Sierra de Fuencaliente"; una copia de la "Noticia de las Piedras de Fuencaliente" con sus correspondientes dibujos que López de Cárdenas había mandado a Floridablanca; una carta de Floridablanca, cuyo texto recogió Casas-Deza en el Semanario Pintoresco Español, en la que acusa recibo a otras de López de Cárdenas; y copias de las cartas que López de Cardenas envió al Conde sobre el mismo tema, en la última, de las cuales le anunciaba el envío de la "Noticia" y de los Dibujos aludidos. El Informe que Fernando López de Cárdenas envío al Conde de Floridablanca está fechado el 24 de septiembre de 1783. López de Cárdenas trató de sacar entera una de las piedras con pinturas para enviarla al Gabinete de Historia Natural, a requerimiento de Floridablanca, aunque sólo pudo extraer una parte de la Chorrera de los Batanes.

De las pinturas de Peña Escrita y de La Batanera de Fuencaliente no se vuelve a tener noticias hasta 1844, cuando Luis María Ramírez de las Casas-Deza publicó un artículo sobre los Baños de Fuencaliente en el "Semanario Pintoresco Español", basándose en escritos de López de Cárdenas. En la misma Revista, en el año 1846, aparece otro artículo de Casas-Deza dedicado a las pinturas rupestres, titulado "Templo fenicio y geroglíficos de Fuencaliente", y en el que copia párrafos de López de Cárdenas. Luis María Ramírez de las Casas-Deza estaba escribiendo su obra "Corografía histórico-estadística de la provincia y obispado de Córdoba" y tuvo acceso a los papeles del "Cura de Montoro" para escribir el capítulo relativo a la historia de esta ciudad.

Al año siguiente, 1847, Pascual Madoz, en su "Diccionario geográfico…", recoge las noticias anteriores, ya que Ramírez de las Casas-Deza fue informador de muchos de los capítulos del diccionario de Madoz. Gran parte del capitulo dedicado a Fuencaliente en el diccionario de Madoz es copia de los artículos de López de Cárdenas y lo mismo ocurre con los relativos a otros pueblos de la provincia de Córdoba, que son copia de sus artículos.

El informe que López de Cárdenas envió al Conde de Floridablanca quedó inédito hasta que Manuel de Góngora Martínez publicó los dibujos en su obra "Antigüedades Prehistóricas de Andalucía" (1868) donde aprovechó también textos de López de Cárdenas.

Los papeles del "Cura de Montoro" volvieron a perderse para la ciencia, hasta que fueron localizados en la Real Academia de la Historia por Gratianiano Nieto Gallo.

López de Cárdenas interpretó que se trataba de caracteres fenicios, egipcios y cartagineses. El "Cura de Montoro" fue un hombre representativo de los eruditos locales que abundaron en la España de la Ilustración, y sus dibujos constituyen las primeras copias de pinturas rupestres. Su descubridor, además, trató de interpretar su significación, y pensó que eran jeroglíficos, figuras y símbolos alfabéticos, aunque no pertenecían a ninguno de los alfabetos conocidos, y los relacionó con los fenicios y con los egipcios. Según su interpretación, las pinturas rupestres podían ser signos de jeroglíficos alfabetiformes de los pueblos gentiles. Los lugares en que se encuentran las pinturas, los definió como "lucus", o recintos sagrados, en los que los gentiles practicaban sus cultos dirigidos al sol y a la luna, encarnados en Osiris y en Isis.

En la actualidad las pinturas se relacionan con estilizaciones de animales, de hombres y mujeres de pie o sentados, parejas de hombre y mujer agrupados, representaciones astrales o de objetos culturales que pueden hacer referencia a seres superiores o ser elementos integrantes de la crónica de unos hechos cuyo recuerdo se quería conservar o expresión de unos actos de culto, más o menos mistéricos. En cualquier caso, no hay un acuerdo total sobre su significación exacta.