EL JURAMENTO DE FIDELIDAD
Este sucesor de los merovingios ejerce su
gobierno sobre los hombres más que sobre las tierras, es literalmente el "rey de los
francos". Desea crear obligaciones entre ellos y con este fin restablece el antiguo
juramento de fidelidad, caído en desuso. Todos los habitantes del reino, a partir de los
doce años de edad, deben prestar juramento. Este deber de fidelidad será el prototipo
del deber cívico de la sociedad moderna, ya que en ese tiempo el Estado está constituido
por una sola persona: el príncipe.
Pero una vana abstracción no tiene la
pureza vital de un jefe visible -en carne y hueso- hacia el cual existen obligaciones, no
de nacimiento, sino de juramento. Esto se verá bien claro en el momento de la
conspiración de Pepino el Giboso, cuando algunos autores de este complot -todos muy
jóvenes- adoptaron como método de defensa el sostener que al no haber prestado juramento
de fidelidad, no podían ser acusados de infidelidad, crimen que suponía la violación
del juramento.
En una sociedad plena de espíritu
religioso, el juramento pronunciado en presencia de los "missi"** en una iglesia y sobre las santas reliquias, es considerado
indisoluble. Violarlo significa convertirse en perjuro, es decir perder los propios
derechos, colocarse en la categoría de los "infieles", aquellos fuera de la
ley, cuya vida y bienes no gozan de ninguna protección: en una palabra, la certeza de la
condenación eterna. Los términos del juramento entran en tales detalles -sobre el
servicio del soberano, el servicio de Dios y de sus ministros, sobre el rechazo del
fraude, de la rapiña y de "cualquier injuria contra la santa iglesia de Dios, las
viudas, los huérfanos, los viajeros", compromiso de "no devastar la tierra
recibida del emperador en beneficio ***, ni de apropiarse
de ella", compromiso de no sustraerse ni al servicio militar, ni a los impuestos, ni
al bando-, porque este acto implica una sumisión sin reservas a la voluntad del
emperador. Cada desobediencia, cada tentativa de engaño equivale a una violación de tal
juramento. Sería difícil exigir una subordinación más completa.

** Religiosos,
funcionarios del Imperio.
*** Otorgada por el
Emperador para ser explotada, a cambio, generalmente, de un servicio de armas.
Arriba