EL PLACITO
Rey absoluto -hemos dicho-, con los palatinos,
"missi" o funcionarios locales reforzando la práctica de ese absolutismo; pero
los escritores contemporáneos mencionan una asamblea general anual del pueblo franco o
"plácito". Este comprende en principio, según los textos, a "todo el
pueblo cristiano". Sus deliberaciones, que se realizan generalmente en el verano,
tocan importantes cuestiones seglares, religiosas o mixtas. ¿Fue una limitación al poder
de Carlomagno? La realidad es distinta; no figura sino la gente vecina al lugar en que el
"plácito" es convocado y los grandes que han traído consigo a varios de su
séquito, constituyen el núcleo de esa asamblea. Además, en estas reuniones convocadas a
placer del soberano en todos los lugares del reino, solamente los nobles laicos o
eclesiásticos son admitidos en el círculo de las deliberaciones y consultas,
exclusivamente hechas sobre un programa previamente preparado por el rey.
Terminado el cónclave, los de menor jerarquía son admitidos para aprobar lo que se ha
decidido sin, pedirles su parecer. Los documentos hablan siempre de un acuerdo general de
los vasallos. Las decisiones han "agradado a todos, han sido aprobados por
todos". Carlomagno puede, en consecuencia, tomar sus resoluciones con conocimiento de
causa: son pulidas en las oficinas de la cancillería y repetidas en varios ejemplares
destinados a los agentes ordinarios de ejecución o a los interesados.
Estas actas no son sino los famosos capitulares, edictos reales de tal riqueza que no hay
cuestión política o administrativa que no sea tratada. Por medio de estas reuniones, el
soberano ha sabido crear el contacto con la gente, contribuyendo así a establecer un
estado de obediencia fundado, no tanto en el temor de faltar a la fe jurada, sino en un
sentimiento de admiración y de afectuoso respeto.
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