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Internacional De Nueva York a Washington Los medios hablan de Hillary y de Obama como si fueran los únicos precandidatos a suceder a George W. Bush. Del bando republicano hay un prospecto peculiar llamado Rudi Giuliani MARZO, 2007. En septiembre de 1977 se registró un apagón en el área de Nueva York con resultados desastrosos. Cientos de locales fueron saqueados, hubo una decena de asesinatos e incluso incendios. 25 años más tarde se registró otro corte en el suministro eléctrico donde el único caos fue el del tráfico. Y si bien es cierto que uno ocurrió al anochecer y el otro a media tarde, en el primero, que se prolongó hasta la siguiente mañana, continuaron los saqueos con el sol a plena luz. Algo había cambiado en la mentalidad de los neoyorquinos en ese lapso. Buena parte de ello se debe a Rudolph "Rudi" Giulani, quien fue alcalde durante dos periodos y quien, como se sabe, ocupaba esa posición al ocurrir los atentados del 11 de septiembre. Para nadie es un secreto que los principales medios norteamericanos son de tendencia demócrata, o "liberal", como le llaman allá. Por ello tampoco extraña que en el mundillo preelectoral pareciera que solamente existieran dos probables candidatos a la presidencia, los demócratas Hillary Clinton y Barack Obama, y que los pleitos verbales entre ambos constituyeran la única nota en tal sentido. Los republicanos, sin duda, han manejado sus cartas "futuristas" con mayor lentitud --después de todo a George W. Bush le queda poco más de año y medio-- dentro de una razón que no se veía desde hace 80 años, que el partido del elefante no presentará como precandidato a Dick Cheney, quien hoy es el vicepresidente. Los republicanos tienen hoy, como prospectos de más peso, al senador John McCain y a Giulani. Pero pese a sus impresionantes logros dentro del servicio público, los obstáculos para el ex alcalde aún son varios. En principio es un republicano sui generis (el que haya ganado dos veces en una ciudad donde los demócratas no habían perdido en casi medio siglo es buena prueba de ello), está a favor del aborto en casos específicos, aprueba el matrimonio entre personas del mismo sexo y apoya el control de armas. Todos estos datos chocan contra la plataforma republicana tradicional, aparte que el cada vez más vital "voto hispano", a excepción del que radica en la gran urbe, lo conoce muy poco. Pero Giuliani también está lejos de ser un "liberal" pues logró combatir la delincuencia en Nueva York mediante acciones que hicieron trinar de indignación a los defensores de los derechos humanos, quienes llegaron a apoyar, para asombro de Ripley, a los pornógrafos que tenían copado el centro de Manhattan y a los que el ex alcalde obligó a cerrar sus locales. Sobra decir, por cierto, que la comunidad intelectual y cultural de Nueva York lo detesta, algo que nada cambiaría respecto a lo que opinan respecto a George W. Bush. Con frecuencia también se acusa a Giuliani de "intolerante" y "hosco" y de tener una vida personal "poco edificante" (se descubrió que tenía relaciones extramartiales, se divorció y volvió a ponerle cuernos a su nueva esposa). Pero es de resaltar cómo esos críticos, que justificaron el affaire Clinton-Lewinsky y que aplauden cintas como American Beauty, que exaltan la disolución familiar, de repente se muestren tan recatados. Cuando Giuliani se encontraba en campaña por la alcaldía, The New York Post ironizó: "(El candidato republicano) ha prometido reducir la delincuencia en más de la mitad en menos de tres años. Sería más creíble si propusiera quitarle un día a la semana o hacer que los inviernos sean más benignos en esta ciudad", mientras que The New York Times señaló: "Reducir los índices delictivos con un desempleo alto se antoja tarea imposible", y también dudaba de las posibilidades de Giuliani: "¿Será ésta acaso otra promesa con fines electorales que al poco tiempo terminará archivada y olvidada por el mismo ayuntamiento?" "Hermanar a la pobreza con la delincuencia es una mentira que no soporta un análisis", dijo Giuliani en una entrevista, "pues ello implica que quien es pobre es un ladrón en potencia. Pero las bandas organizadas acumulan millones de dólares y siguen delinquiendo". Como abogado, Giuliani pudo atestiguar cómo un pillo era arrestado y salía a las pocas horas para volver a transgredir la ley de modo que llegó a una conclusión que muchos hemos alcanzado en México, esto es, que las leyes parecen estar hechas para proteger a los delincuentes, y no a la ciudadanía. "Sabía que era imposible cambiar todas las leyes, pero al mismo tiempo vi que muchas se aplicaban laxamente o cuando ya era demasiado tarde", dijo Giuliani. "Mi padre decía que si el mosquitero no era reparado desde el principio la casa se llenaría de insectos. Las leyes eran los mosquiteros de Nueva York, y llevaban años sin ser debidamente aplicadas. La pobreza nada tenía que ver en el asunto". Alcalde fiscalizador El hoy famoso programa Zero Tolerance (Tolerancia Cero) no fue, como suponen los críticos de Giuliani, producto de una "iluminación"; fue, según este político, un sistema con años de preparación que incluía el revisar el historial de los elementos policíacos y donde había una maraña de contubernios, extorsiones y corrupción apapachada por leyes ambiguas. Todos los elementos que dieron positivo en exámenes de droga fueron dados de baja definitiva, y no sólo temporal, pues anteriormente las políticas del sindicato del ayuntamiento de Nueva York exigían la "reubicación" de esos empleados, la mayoría de las veces en "estado pasivo", esto es, detrás de un escritorio. Giuliani aumentó los salarios del personal policiaco en un 15 por ciento y mejoró las prestaciones laborales en casos de muerte para proteger a las familias. A cambio, cualquier contubernio con el hampa era causante de despido inmediato y no de "reacomodo". "La gran mayoría de nuestros policías son honrados y cumplidos, pero esa minoría contaminaba la reputación de todos", escribió Giuliani. La ciudadanía tenía identificados a los corruptos; su ayuda fue de gran valor". También se impartieron clases de idiomas a los agentes que trabajaban en zonas étnicas; se dio especial esmero en la amabilidad y en el trato, incluso para los arrestos. Los grupos defensores de los derechos humanos se inconformaron y ponían como ejemplo de la "brutalidad" policiaca la muerte de Amadou Diallo, un inmigrante de Guinea y del cual el cantante Bruce Springsteen compuso una canción. Pero si bien aquél fue un hecho lamentable, lo cierto es que el milagro comenzó a operar: en una ciudad donde se creía imposible, ya no digamos combatir sino al menos domar a la delincuencia, el primer año los delitos bajaron de 37 mil a 29 mil, para de ahí volver a caer hasta 23 mil el segundo año. Sin embargo The New York Times y The New York Post menospreciaban los asombrosos resultados y enfatizaban la violación a los derechos humanos y acudían, faltaba más, a la referencia orwelliana. "Escape de Nueva York es una película que no se hará realidad aquí", dijo Giuliani en un discurso. La película trata sobre una urbe en el futuro asediada por la delincuencia al punto en que Manhattan se convierte en penal para criminales de alta peligrosidad. "Todo mundo habla de los derechos humanos de los delincuentes pero nadie se acuerda de los derechos humanos de las víctimas. Pero cuando O.J. Simpson fue absuelto en Los Ángeles, los neoyorquinos comprendieron lo que Giuliani tenía en mente. A partir de ese momento la opinión pública comenzó a verlo favorablemente", dice el abogado Joaquín Farías. "Se cometieron errores, lo reconozco. Pero la gente reacciona de igual manera cuando un delincuente o un policía quedan impunes", señaló Giuliani. Las cosas tomaron un curso diferente el 11 de septiembre. Durante los siguientes tres días Giuliani apenas durmió un par de horas. "Las cosas toman otra perspectiva luego de tragedias colectivas como aquella", dijo Giuliani, "pero al mismo tiempo personas comunes se convierten en héroes". Giuliani enfatizó la necesidad de que la actividad en Nueva York volviera a su ritmo habitual. "Es la mejor manera de mostrar a los terroristas que no nos vencerán", dijo. Y cuando finalmente tuvo que dejar su puesto en el 2002, las simpatías mostraban un nivel de 62 por ciento, esto en una de las ciudades más liberales de Estados Unidos. "Pero al final todos somos norteamericanos antes que republicanos o demócratas, y todos amamos a esta ciudad", comentó. Horizontes ambiguos Ya desde el 2003 se veía a Guiliani como posible precandidato a la presidencia, pero un cáncer de próstata detectado en un examen de rutina lo hizo someterse a un tratamiento hasta que le fue erradicado.Suele pensarse que el mayor obstáculo que podría encontrar Giuliani para ganar la nominación se encuentra en los republicanos de "línea dura", es decir, la derecha religiosa y los grupos recalcitrantes. Sin embargo su fuerza dentro de ese Partido suele ser mucho menor a la que le achacan sus adversarios; Pat Buchanan, uno de sus representantes más fuertes, fue prácticamente echado de la palestra en las votaciones internas. El mayor dique para Giuliani será el actual gobierno, cuyo desgaste para noviembre del 08 se prevé mucho más marcado (desde los ochenta, los republicanos no han ganado la presidencia por tres veces consecutivas). Tampoco puede esperarse que reciba apoyo por parte de los sindicatos, sus principales opositores a la "Tolerancia Cero", los grupos de derechos humanos ni la comunidad artística, Hollywood, pues. A su favor, Giuliani cuenta con que cumplió lo que prometió, con resultados que aún asombran. Es un blasón del que no pueden presumir ni Obama ni la señora de Clinton.
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¿Desea opinar sobre este texto? rita_suarez escribe 22.03.07: El señor Giuliani aplicaría la mano dura desde su primer día como presidente, algo que creo que hace falta, pero el señor es bastante impulsivo y se irrita con facilidad. Lo que hizo en nueva York es de admirarse pero no es lo mismo una ciudad que todo un país. Veo difícil que gane la presidencia pero de ser así le deseo lo mejor. botafogo345 escribe 21.03.07: SI ESTE TIPO GANA SALE PRESIDENTE ENTONCES QUEDARA EN CLARO QUE LOS GRINGOS MERECEN QUE LOS ODIE EL 90% DEL PLANETA. DE BUSH A GIULIANI ES COMO PASAR DE PEOR A PÉSIMO...
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