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ANÁLISIS, COMENTARIO Y DEMÁS |
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Literatura
¿Heil, Günter? Una bomba cae sobre el mundillo literario alemán: el escritor aceptó haber colaborado con la SS durante la Segunda Guerra Mundial. Son las luces de un nuevo escándalo que envolverá directamente a la Fundación Nobel AGOSTO, 2006. "Un paladín de la verdad" es como se le definió allá en los sesenta, la época más importante del boom literario alemán. En 1957 había publicado El Tambor de Hojalata, novela que narraba la historia de Oskar Mantzerath, quien dejó de crecer, inconforme ante el mundo que le rodeaba. "Su integridad literaria se corrobora con su compromiso hacia la verdad", decía parte del comunicado que confirmaba la entrega del Premio Nobel de Literatura a su persona, en el 2004. Y como se ve, las palabras "verdad" y "compromiso" siempre permearon la obra de Günter Grass. Sin embargo es muy probable que en futuro el adjetivo que describa a Grass, quien recientemente cumplió 80 años, sea el de "hipócrita" y otro, quizá más grave, el de "mentiroso" por haber ocultado, incluso a su biógrafo Michael Jürgs, su pertenencia a las fuerzas de élite de la SS, la Policía Secreta Alemana, en 1944. Hasta hoy sólo se sabía que Grass resultó herido durante la segunda guerra y que pasó una breve temporada como prisionero de los norteamericanos. La noticia fue revelada por el mismo Grass en una entrevista con el semanario Frankfurter Allgemeine Zeitung, y coincide con la inminente publicación de su biografía, titulada Peeling the Onion (Pelando la Cebolla) y que aparentemente incluye esta revelación que, lo menos, ha provocado un shock entre los círculos literarios alemanes. "El silencio que mantuve todos estos años fue una de las razones por las cuales tenía que escribir este libro. Al final de cuentas la verdad sencillamente tenía que salir", dijo el escritor al semanario. Por su parte el biógrafo Jürgs manifestó su enojo en una entrevista realizada por The London Times: "Me encuentro profundamente decepcionado. Si hubiera dicho desde el principio que a los 17 años había estado en la SS a nadie hubiera importado, pero ahora todo lo que nos ha dicho queda en duda desde un punto de vista moral". La controversia también alcanza a la Fundación Nobel, que le entregó el Premio de Literatura hace casi dos años. Entre las preguntas que debiera responder el jurado están: ¿sabían del pasado de Grass al entregarle el disputadísimo premio? De no ser así--y en el entendido que se realiza una exhaustiva investigación biográfica de los candidatos precisamente para evitar confusiones-- la Fundación estaría a punto de caer en un monumental descrédito, con el añadido irónico que el merecidísimo Nobel de Literatura se le negó a Jorge Luis Borges sólo por haber defendido a la dictadura pinochetista en 1975 y por haberse entrevistado con Pinochet, razones mucho menos graves que las recientemente reveladas por Grass. ¿Que cara pondrá ahora el jurado que se ya entregó el premio a alguien que participó directamente con el régimen nazi? Y si bien la Fundación Nobel habría cometido una hipocresía garrafal, la de Grass no es menos grave, sobre todo por parte de alguien que, a través de artículos, conferencias y novelas, defendió la "integridad de la verdad" y azuzaba a sus conciudadanos a "dejar atrás el pasado nazi de Alemania". El semanario recordó la "escandalosa hipocresía" del Nobel quien en 1985 atacó ferozmente la visita que el entonces canciller Helmut Hohl y el presidente Reagan realizaron al cementerio de Bitburg. El enojo de Grass se debió a que ahí también reposaban los cuerpos de soldados alemanes de la Waffen SS, precisamente el batallón al cual perteneció el afamado escritor. Durante años la figura de Günter Grass habían sido icónica dentro de la izquierda literaria mundial. Hace aproximadamente un lustro el Nobel visitó México donde se le trató como héroe y en cada discurso en su honor se mencionaba la palabra "verdad" como una mantra. Por supuesto que, el inclinarse ideológicamente hacia la izquierda, Grass se creaba una especie de coraza que lo protegiera de un pasado comprometedor, algo similar a lo que sucedió con Kurt Waldheim, considerado "progresista" mientras fue secretario general de la ONU y de quien luego se supo había sido oficial nazi de mediano rango. Y dado que el mundo ha sido menos condescendiente con quienes estuvieron ligados a actividades nazis que a actividades comunistas --a éstos últimos incluso Hollywood insiste en tratarlos como héroes--, el juicio que la historia dará a Günther Grass se antoja lleno de sorpresas. Al parecer, la revelación se dio debido a que el escritor padece una enfermedad terminal y ya nada tiene qué perder. Pero veremos si en este caso habrá matices o la discrecionalidad que no hubo hacia el autor de El Aleph.
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