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Ni para qué ilusionarse

Se da como un hecho que Telemundo pronto contará con su cadena de TV en territorio nacional. Y aunque aparentemente ello significa competencia, los augurios van de regulares a malos

OCTUBRE, 2005. Ya desde hace rato Telemundo Inc. mantiene una alianza con mx.yahoo.com, indicativo de futuras incursiones que esa compañía de entretenimiento tiene planeadas en México. Sería la primera vez en que una empresa extranjera entrara directamente a competir en la TV aérea, donde por ley los concesionarios han sido nacionales.

La rebatinga lleva rato, más bien desde hace aproximadamente siete meses cuando finalmente CNI 40 cesó sus transmisiones y sus empleados fueron liquidados en su totalidad. El asunto sigue pendiente: el anterior concesionario de ese canal se encuentra fuera del país mientras el conflicto con TV Azteca tampoco se ha resuelto. De hecho, hace algunas semanas, personal de esa empresa echó de sus instalaciones a quienes grababan un reality show de Telemundo alegando que nunca pidieron permiso a la televisora de Ricardo Salinas Pliego.

Con todo, se da como un hecho que, en cualquier día del 2007, Telemundo Inc. comience a operar en México a través de la señal aérea, ello a través de, precisamente, CNI Canal 40.

¿Qué podemos esperar los televidentes mexicanos de tal incursión (es conveniente apuntar que esa cadena es propiedad de NBC)? ¿Veremos una mejoría en la calidad de programación ante este nuevo competidor? ¿O por el contrario seremos testigos de ver cómo empeora una televisión que en su momento llegó a ser líder en América latina?

Curiosamente, la competencia de las televisoras, que inició casi al mismo tiempo de creada TV Azteca ha traído mejorías mínimas, inexistentes incluso, en cuanto a calidad. En estos casi 15 años de competencia abierta Televisa no ha perdido gran cosa en cuanto al pastel de rating y, más aún, ha puesto a bailar a Azteca al ritmo que se le paga la gana. La promesa aquella de Salinas Pliego en el sentido de que "seremos una televisión comercial enfocada al buen gusto y al rescate de la calidad" suenan hoy totalmente huecas, o bien saturadas de humor negro. Boberías absolutas como Tempranito, Sexos en Guerra y Ventaneando dejan claro que, como alternativa a la insulsa programación de Televisa, Azteca no ha aportado prácticamente nada.

El problema, pues, es que la cacareada "guerra de las televisoras" no trajo mejoras en la calidad de contenidos, argumento que incluso se dio cuando el Estado mexicano se desprendió de sus señales televisivas. ¿Será necesario entonces que entre un tercero el espectro para mejorar el panorama?

Si creemos que el cambio se dé mediante Telemundo, quizá estemos esperando demasiado. Una gran paradoja de la televisión hispana en Estados Unidos es que, pese a imitar las estructuras y lineamientos de su contraparte norteamericana de todos modos deja un sabor a televisión subdesarrollada, detenida en los años cincuenta y sesenta: locutores con voces engoladas, emisiones de concurso saturadas de lugares comunes, comedias atrapadas en los años de I Love Lucy y amarillismo cubierto con el barniz de "Reportaje".

Otro aspecto a considerar es que Telemundo se enfoca más al público norteamericano de origen caribeño y centroamericano, más que al mexicano, cuya mayoría sintoniza Univisión, asociada con Televisa. Desde hace un par de años Telemundo ha invertido millones de dólares con productores y actores mexicanos que alguna vez trabajaron en Azteca y Televisa, como Humberto Zurita (la cadena tiene pensado enfocar su barra de telenovelas contra Televisa), pero se está lejos, muy lejos, de ofrecer algo nuevo, fresco.

También habrá que ver si el público mexicano que no ha oído hablar de Telemundo --las altas tarifas en el pago de derechos retiró la señal en las estaciones de cable hace algunos años-- recibirá esta opción como esperan los accionistas.

 

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