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Nacional Casi en el bolsillo La cada vez más cercana designación de Felipe Calderón como candidato presidencial panista insufla lo que para el PAN había sido una campaña regular. El reto: que el resultado final no provoque escisiones al interior blanquiazul. OCTUBRE, 2005. Las últimas elecciones estatales en Coahuila no fueron malas, pero tampoco buenas para Acción Nacional. Si bien logró retener las alcaldías en las principales ciudades del estado, de nuevo se le volvió a ir la gubernatura. En esa entidad como en otras partes donde ha habido recientes comicios, Acción Nacional no perdió lo que ya había conseguido pero tampoco logró más de lo que esperaba; su candidato Jorge Zermeño era sin duda la major carta que pudo haber jugado para la candidatura pero quedó muy por detrás del candidato priísta Humberto Moreira. El sentimiento dentro de ese partido ha experimentado cierto cambio luego del resultado de lo que podríamos llamar "elecciones internas" del PAN y donde el candidato Felipe Calderón quedó arriba de Santiago Creel, el que parecía más "seguro", y aún más de Alberto Cárdenas Jiménez, exgobernador de Jalisco. La segunda ronda agrandó la ventaja entre Calderón y Creel, y se espera que, a menos que ocurra un milagro, que en la tercera vuelta obtenga un puntaje aún mayor con lo cual quedaría abierto el camino hacia la candidatura presidencial. Si analizamos un poquito la historia reciente dentro del PAN, el insospechado brinco que ha dado Calderón Hinojosa tiene argumentos interesantes. Uno, que pese a que él mismo considera que "hizo las cosas bien" mientras fue secretario de Gobernación, Creel Miranda ha sido visto más como un "político postizo" que genuino miembro de Acción Nacional; hace seis años ocurrió algo similar con Vicente Fox pero el panismo "apechugó" ante la enorme posibilidad --finalmente hecha realidad-- de ganar la presidencia e interrumpir así 71 años continuos de gobiernos priístas. Segundo, Creel ha criticado al gobierno actual en muchas cosas de las cuales él tuvo implicación directa. Parecía chiste de mal gusto cuando Creel dijo a Reforma que "urgían pantalones" en el poder cuando fue él quien ordneó marcha atrás en la construcción del nuevo aeropuerto capitalino, quien dejó que lo mangoneara Fidel Castro y quien siempre antepuso "el diálogo y la concertación" antes que aplicar la ley, además de haber resultado un debilísimo negociador ante las cámaras legislativas donde también cedió sin que los otros perdieran gran cosa una vez que no cumplieron con su palabra. Y tercero, que Creel, por más bien intencionado que sea, no es político. Fue un elemento clave para la democratización del país como consejero del IFE, y ahí fue capaz de conseguir los acuerdos necesarios entre partidos para que se respetaran las reglas. Una vez que salió del IFE y se adherió oficialmente al PAN, fue clave para que el presidente Fox recogiera credibilidad entre varios sectores de la sociedad civil, mucha de la cual votó por primera vez en su vida a favor de Acción Nacional de modo que cuando Fox lo designó como su secretario de Gobernación parecía ser la decisión más lógica. Pero la tibia reacción desde San Mateo Atenco hasta el fallido desfuero contra Andrés López, donde la ley estaba del lado de la autoridad pero se optó por una salida que finalmente violentaba el estado de derecho, dieron al traste con la carrera política de Santiago Creel. Aun con tanto traspié, el ex secretario no lo entendía y continuó en busca de la nominación como candidato presidencial. Así también se le veía entre la opinión pública hasta hace unas semanas, pues aunque aún no era oficial, se consideraba que Creel era el delfín de Fox y que por tanto nadie podría arrebatarle la candidatura. Esto nos indica lo acostumbrados que estamos a ver el desarrollo de la política mexicana desde una óptica priísta. Las designaciones adelantadísimas nos hablan del autoritarismo e imposiciones al interior de un partido (¿alguien duda que Andrés López no será el candidato presidencial del PRD aunque falten 10 meses para las votaciones?) aunque Acción Nacional ha procurado realizar elecciones para elegir candidatos casi desde su fundación, en 1939. El PRI nos sigue demostrando que todavía es incapaz de rralizar un juego democrático interno como lo vemos con ese agarrón entre Madrazo, Arturo Montiel y Elba Ester Gordillo; y el PRD pasó del caudillismo cuahtemista a uno más peligroso, el del populismo lopezobradorista. De estos tres partidos, los más importantes de México --¿alguien considera que los candidatos del PVEM o del PT lograrán avances enormes de aquí al 2006?-- sólo Acción Nacional ha llevado un proceso interno con relativa mesura y sin rompimientos. Es de esperar que, si Calderón Hinojosa no sale designado, tanto Creel como Cárdenas Jiménez no se quejen de la "falta de democracia" en el PAN y busquen alianzas fuera de la organización. Panista-panista Felipe Calderón es hijo del fundador del Partido Acción Nacional en Michoacán. También ha sido dirigente estatal, nacional, diputado y hasta hace poco secretario de Energía. A diferencia de Fox, quien varias veces ha dicho que a él le inspiró el ejemplo de Maquío Clouthier, Calderón Hinojosa se encuentra más dentro de la línea dejada por Carlos Castillo Peraza, una de las mentes más lúcidas de Acción Nacional y quien era capaz de establecer relaciones aún con sus antagonistas ideológicos (hasta su muerte fue amigo de Julio Scherer y colaborador de la revista Proceso, de centro-izquierda). Desde que se separó del cargo, Calderón ha evitado llegar al rompimiento con Fox y de criticarlo como ya lo hizo Creel. La jugada tiene sentido: la mayoría de quienes votaron por Fox no lo culpan a él del rezago económico sino a quienes han detenido las reformas, entre ellos los legisladores de oposición. Con todo y según lo han confirmado organismos como el Banco Mundial, lentamente el país empieza a experimentar una verdadera recuperación económica como no se veía, quizá, desde los años sesenta. Calderón está consciente que Fox no ha podido, pero porque la mayoría de las veces tampoco lo han dejado. "Hay cosas que deben revisarse pero en muchas otras debe haber continuidad", dijo Calderón en una entrevista a El Financiero. "Si llegó a la presidencia haré cambios pero habrá otros funcionarios que deben permanecer", sin duda una referencia al secretario de Hacienda Francisco Gil Díaz, uno de los aciertos más sonados del "gabinetazo" de Vicente Fox. El error de Creel (y, claro, también de sus asesores) ha sido imitar la técnica priísta del "rompimiento" con su antecesor para crearse una imagen "fresca". La pifia es doble si asumimos que Santiago Creel como funcionario mostró una debilidad que, ya como presidente, sería catastrófica. Si hoy estuviera a punto de concluirse la construcción del nuevo aeropuerto de la ciudad de México y se hubiera respondido con dignidad diplomática a las patanerías del régimen castrista, Santiago Creel estaría hoy a las puertas de la nominación panista para la presidencia. Pero no fue así. Como diría Perogrullo, su máxima debilidad fue el haber sido un débil secretario de Gobernación. Naturalmente que la nominación presidencial de Felipe Calderón sería apenas el principio de un proyecto cuestarriba. La oleada populista del lopezobradorismo ha bajado un poco desde que dejó la jefatura de gobierno, pero se trata más de una estrategia para no "exponerlo" innecesariamente y y así retomar sus declaraciones apenas entremos en el 2006. Por lo que toca al PRI, la decisión entre un político que ha basado su carrera en la traición y la deslealtad y otro al que se acusaba de deshonestidad aun antes de ocupar la gubernatura del Estado de México, la designación de Calderón Hinojosa en vez de Creel podría perfilar un repunte en preferencias. Dependerá del michoacano y su equipo de consejeros no desaprovechar esta oportunidad.
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