f a s e n l i n e a c o m |
ANÁLISIS, COMENTARIO Y DEMÁS |
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Cine Rápido, furioso y espectacular Daniel Craig nos trae al James Bond que más se acerca al perfil que Ian Fleming le dio en sus novelas. Esta precuela sin duda vigorizará la franquicia. Hora de quitarse el bombín ante el nuevo 007 Casino RoyaleDaniel Craig, Eva Green, Mads Mikelssen, Judy Dench Dirigida por Martin Campbell Universal/MGM/2006 NOVIEMBRE, 2006. La señal más clara de que este Bond guarda mínimos nexos con sus predecesores --ahorita explicamos esto último-- ocurre cuando un cantinero le dice al espía si quiere su Martini agitado o revuelto, éste responde despreciativamente "¿se ve que me importa un carajo?". Ejem. Daniel Craig no tarda en marcar su raya. El sexto Bond de la saga se acerca al que cualquiera que se haya asomado a las novelas de Ian Fleming podrá constatar: ególatra y vulnerable, donjuán al que han burlado y letal, sumamente letal. El comentario irónico de Connery, las risotadas de Roger Moore, el acartonamiento de Dalton y el convencionalismo de Brosnan son eliminados de tajo casi desde el momento mismo en que comienza a desenvolverse nuestro personaje. En vez de abrir con el término de una misión, Bond consigue subir al escalafón 007 en una de las escenas más violentas de la saga y donde ocurre --para los fans radicales amantes de las trivias-- la primera muerte, por ahogamiento, de un personaje en unos sanitarios. El ritmo de la cinta, a cargo de Martin Campbell, quien también estuvo detrás de cámaras en GoldenEye, es frenético: la persecución en Magadascar es una de las mejores logradas dentro del género de acción, tanto así que no sentimos que se haya desperdiciado un solo centímetro de celuloide. Si las cintas de Dalton parecieron violentas y sádicas, Casino Royale no canta tan mal el Dios Salve a la Reina. Aquí hay torturas, golpizas y un Bond menos contemplativo. Esta vez no aparecen por ningún lado los artilugios del Q predecesor del añorado Desmond Llelewyn; solamente cuando tratan de envenenar a Bond éste acude a la ayuda del M16 la cual, por cierto, se percibe burocratizada y esclerótica, porque ¿cómo es eso que nuestro protagonista haya podido meterse a la casa de M, una agente sobre la que pesa toda la seguridad nacional británica? Es M quien ordena a Bond investigar a LeChiffre, un villano que en lugar de lágrimas llora sangre y quien tiene una cortada más que similar al también ominoso Blofeld. Este es un tahúr que en los tapetes de los casinos se encarga de financiar actividades terroristas. No es un villano muy fuerte --de hecho, y si aún no ha visto la cinta, sáltese el comentario que sigue: Le Chiffre no llega hasta el final--, pero sí bastante sádico; la tortura que le inflige a un Bond desnudo ha hecho preguntar a muchos seguidores de la saga si esta vez no se ha ido demasiado lejos. Hay dos chicas Bond a destacar. Una, la italiana Catherina Murino, quien caracteriza a la esposa de un asociado de LeChiffre y Vesper Lynd (Eva Green) una actriz gala que continúa la tradición de la franquicia en cuanto a tener francesas sumamente bellas. Con ella Bond encuentra a su némesis; de su primer encuentro brota un recíproco examen sicológico del cual seguramente Mr. Fleming habría soltado la carcajada. Pero dado que aquí Bond también conoce a Felix Leiter (esta vez personificado por un actor de color), se remacha la idea que nos encontramos frente a una precuela. La cinta 21 del superspía abre pues nuevas perspectivas. Tal vez ahora, más de medio siglo después, vemos en pantalla al James Bond original. El gigantesco éxito que ha tenido esta franquicia nos muestra que el Bond estrictamente cinematográfico ha sido buen negocio. Veremos si este Bond, mucho más novelesco, también lo es. Artículos relacionados: Especiales FASENLINEA: James Bond Mientras llega el nuevo Bond, especulemos Los fans de la saga continúan escépticos en torno a Daniel Craig, el 007 de más reciente catadura. El legado... [Abril, 2006] |