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ANÁLISIS, COMENTARIO Y DEMÁS

 

Nacional

 

               ¿Otra vez el peje o el fascismo?


Los populistas se distinguen por tener una relación de cordialidad convenida hacia la comunidad intelectual y artística. La pregunta es lo que sucedería si Andrés López gana la Presidencia; ya tenemos parte del sector cultural que lo apoya en espera de apoyos y subsidios. Sólo que en el pasado, este maridaje produjo muy poca calidad.

MARZO, 2006. Hace más de 35 años el conocido escritor Carlos Fuentes publicó un artículo donde defendía las tesis populistas del flamante mandatario Luis Echeverría y sentenció con una frase hoy legendaria “Echeverría o el fascismo”, con lo que daba a entender que el primero era la opción contra la cerrazón, la intolerancia y los actos represivos. El premio no tardó en llegar: durante casi todo ese sexenio, el autor de La región más transparente del aire se desempeñó como embajador de México en Francia.

Fue una actitud de docilidad ante el poder, algo que si bien no reduce la grandeza literaria de Fuentes, contrasta con la renuncia casi inmediata de Octavio Paz como embajador en la India tras los hechos en Tlatelolco. Son dos muestras de la posición de los intelectuales frente al poder, sea populista, como el de Echeverría, o el autoritario, como el de Díaz Ordaz. Así pues, y luego de una sequía de 12 años en que los intelectuales hacían lo posible para congraciarse con el poder –Carlos Salinas los apapachó bastante aunque luego le tundieran; con Ernesto Zedillo fue una relación indiferente y con Vicente Fox prácticamente desaparecieron de la palestra— las posibilidades de entrar al tiovivo del subsidio oficial vuelven a asomarse, o al menos es así como muchos de ellos ven el futuro postelectoral.

Todavía en el 2000 hubo posiciones bastante extremas, como la de la escritora Guadalupe Baeza, quien aseguraba que no votar por el entonces candidato perredista Cuauhtémoc Cárdenas constituía una “traición a la patria” (predeciblemente, hoy está alineada con el pejecandidato), pero aún es momento en que la mayoría de nuestros intelectuales no han proclamado abiertamente su “bueno”; además de Baeza, la también escritora Elena Poniatowska ya mostró sus preferencias por el tabasqueño pero la mayoría parecen aguardar los días previos a la toma de posesión para hacerse presentes como “creadores de arte” merecedores de un subsidio con tal de proteger la línea “progresista” ante el “embate neoliberal”, con lo cual tendríamos la proclama de “El peje o el fascismo”.

Andrés López aún no ha abordado el cómo sería su relación con los “creadores de arte” en caso de alcanzar la Presidencia, pero difícilmente se mantendrá con las llaves presupuestarias como están hoy.

                                 Ábranse que ai les vamos

Con frecuencia la comunidad intelectual se queja de lo poco que el Estado mexicano invierte en cultura y alegan, como ejemplo, que en Francia se destina hasta un 4 por ciento del PIB, aunque rara vez nos mencionan cómo es que la manifestación cultural de Francia, pese a estar consentida por el proteccionismo, ha disminuido los últimos 40 años. La información esencial que suele omitirse en este sentido es que una mayor cantidad de recursos públicos no necesariamente se traducen en obras de mayor calidad. Pero como instrumento de control, el dinero gubernamental destinado a los “artistas” y “creadores” goza de excelente reputación.

De todos los gobiernos posrevolucionarios, el echeverrista fue el que más recursos transfirió a la comunidad intelectual, y rebasó holgadamente al periodo de José Vasconcelos como secretario de Educación de Calles quien, por cierto, fue de los primeros en abrir la llave presupuestal para financiar a los muralistas y adquirir miles de ejemplares de los clásicos literarios que se repartieron por todo el país y que, lamentablemente, terminaron aterrados en los anaqueles ante la carencia de asesoramiento y capacitación de los maestros para que enseñaran a sus alumnos a tomar gusto por la lectura. (1).

Tras los sucesos de Tlatelolco y una paz social que ponía en peligro la estabilidad, el nuevo gobierno echeverrista que inició el primero de diciembre de 1970 no tardó en ofrecer un programa de “apertura” donde podrían inscribirse todos aquellos jóvenes con “aspiraciones creativas” que necesitaran un subsidio oficial para desarrollar su talento. Los “aperturos”, como los define el escritor José Agustín en Tragicomedia Mexicana II, no tardaron en copar y consumir recursos públicos con el mayor desparpajo y la menor creatividad. 

Y como al Señor Presidente le encantaba viajar –“nomás poquito”, dijo al inicio de su sexenio—llevó a un enorme séquito de intelectuales a buena parte del mundo, donde destacó la célebre “gira tricontinental” que comenzó en Canadá, pasó por Europa y se fue hasta la China maoísta. A todos ellos el Estado les proporcionó fajos de billetes para sus gastos personales durante la campaña, “aunque un poco menos para José Agustín, porque es nuevito”, escribe el mismo autor.

Al concluir ese sexenio las arcas oficiales estaban quebradas de modo que los intelectuales comenzaron a fijarse en López Portillo, el sucesor. Si para Echeverría los consentidos habían sido Fuentes y José María Alponte –un exiliado español quien durante esos seis años realizó miles de caravanas frente al Ejecutivo--, el lopezportillismo optó por financiar más a los escultores, entre ellos uno que realizó una horrenda figura suya que lo mostraba a caballo y que el ególatra mandatario ordenó conocer en Monterrey, bastión de la iniciativa privada mexicana.

Fue hasta que llegó Carlos Salinas a la Presidencia en que los intelectuales y “creadores de arte” quedaron divididos en dos bandos: quienes denunciaban que este se “había robado” las elecciones –aunque ello no impidió que abandonaran sus empleítos a sueldo del Estado en señal de protesta—y otros, como Héctor Aguilar Camín quien señaló años después que estaba convencido del proyecto salinista. Mientras tanto y al igual que Díaz Ordaz, Ernesto Zedillo desconfiaba de los intelectuales aunque tampoco buscó enemistarse con ellos pues optó por mantener las becas que el INBA y el CONACULTA, entre otros organismos, otorgan a los “aperturos”contemporáneos (Acotación adicional: muchos de los “aperturos” del echeverrismo hoy son asambleístas del PRD en el D.F. o continúan incrustados en la gigantesca estructura del gobierno federal).

Si Andrés López gana (esperemos que no) las elecciones del próximo 2 de julio, es seguro que todos los ansiosos de recibir subsidio gubernamental con el pretexto de ser “creadores de arte” se reproducirán inconmensurablemente. “El peje o el fascismo” será su consigna de batalla y, nuevamente, las arcas públicas volverán a desangrarse

 

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(1) Algo quedó, hay que reconocerlo: Nombres como Praxedis, Ulises, Platón, Ptolomeo, Artemisa y Sócrates fueron bastante comunes para bautizar a los bebés nacidos en esa época en muchas comunidades rurales.