La Videntede Motta |
La protagonista
Su religiosidad
Informe del Dr.Carlos Pellicciotta
Informe del Padre Pérez
Gladys Herminia Quiroga de Motta nació el 1º de julio de 1937 en el hospital San Felipe de San Nicolás de los Arroyos, última de ocho hermanos. Fue bautizada en la capilla del mismo hospital el 4 de julio inmediato. Antes de los dos años y medio de su edad, padres e hijos se trasladaron a La Emilia, localidad del "Monte, junto al Arroyo del Medio". No tiene de su infancia recuerdos importantes - expresa el doctor Raúl Héctor Mejía que la examinó. Retiene con claridad la escuela y la vida familiar. Dice que se trataba de la vida comùn y corriente de la familia de un obrero pobre, en la que había pobreza, pero no sufrimiento". "Sus padres eran dos personas bondadosas, alegres, simpáticas, con una excelente relación entre ellos y con los hijos. Ella es la menor de 8 hermanos, 4 mujeres y 4 varones, con los cuales se lleva muy bien". Frecuentó la escuela primaria en el establecimiento textil de La Emilia. Pero sólo hasta 4o. grado. Su casamiento a los veintiún años de edad con Ricardo Motta, cerró los años de La Emilia, estableciéndose ambos en San Nicolás, donde se desempeñaba el marido como empleado altamente calificado de SOMISA. Se trata de un hombre íntegro y cabal, honesto, creyente y muy respetuoso de la misión que tiene su esposa. Gladys lo respeta como jefe de familia y ambos acuden diariamente a Misa en la Catedral, comulgan y rezan juntos el Santo Rosario todos los días. Gladys es madre de Nora y Celina, casadas también ellas y madres de familia. El Señor ha bendecido a Gladys con cinco nietas. Habita en el pasaje Figari 122, vecino al Campito, donde, por pedido de la Virgen, se está edificando el grandioso templo. Gladys ha debido soportar más de diez operaciones en su vida, aunque por septiembre de 1985, cuando la examinaba el doctor Mejía, no presentaba "alteraciones físicas que hubieran de necesitar atención médica". Fue la consecuencia de una fe sencilla y sin cuestionamientos, al igual que su madre, con quien se sentía identificada en todo. Pero ésta muere cuando Gladys cuenta sólo 29 años de edad. "A los 29 años fallece su madre. Siente enormemente su pérdida, ya que eran muy compañeras. En 1976, tras una intervención quirúrgica y estando internada, se volcó totalmente en los brazos de María, con la promesa de acudir por cinco años a su santuario de Luján, y caminar de rodillas desde la entrada del templo hasta el altar mayor, para darle gracias a la Reina del Cielo por haberla devuelto a la vida. Lo cual cumplió religiosamente. Su renovada disposición de ánimo tocó el cenit comenzando en ella Nuestra Señora su obra providencial al margen de lo común, según conceptos del entonces párroco de la Catedral y primer depositario de los secretos de la Vidente, el padre Carlos A. Pérez, que así la presentaba: "El recuerdo que tenía de ella era el de una mujer sencilla, aunque inteligente, buena ama de casa, dedicada a su marido y sus hijas como elemento central de su vida. De una piedad normal, no tenía conocimientos teológicos, ni era lectora de la Biblia. Pero después de las visiones empieza a indagar: pide ayuda, y el Padre le regala una Biblia. "Luego comenzó a sentir mayor necesidad de hacer oración y meditación, como así también de dedicar más espacio de tiempo a la lectura bíblica. Pero esto no le resulta fácil, pues debe atender a sus tareas domésticas, que sigue realizando lo mismo que antes". Discreta
y silenciosa, permanece en el pequeño oratorio contiguo a su casa.
Está acostumbrada a pasar desapercibida. Pero por más que
se desee respetar su retiro, se hace difícil mantener en silencio
su nombre y su vida tan extraordinaria ya que es la mensajera de la Virgen.
A esto se suma la prueba de los estigmas, que acepta de muy buen grado.
Antes del 25 de setiembre de 1983, Gladys nunca había tenido apariciones, ni había experimentado fenómenos extraordinarios ya fueran religiosos o de cualquier otra índole. Se podría citar un único antecedente: un día antes de la primera aparición, el 24 de setiembre de 1983, vio iluminarse el rosario que tenía colgado en su habitación. Algunos vecinos también lo vieron; allí comenzó a rezar el rosario, primero con ellos y luego sola. Y en eso estaba cuando se produjo la primera aparición. El primer encuentro la sorprendió, sin turbarla. No se asustó, ya que enseguida reconoció a la Virgen con el Niño, de rasgos clásicos y familiares, transfigurados ese día por una luz viva. Gladys sigue recibiendo las visitas de la Virgen diariamente, quien le sigue dando mensajes. Actualmente ella está dedicada "día y noche" a orar por las intenciones de todos los peregrinos, quienes las dejan de a miles en los buzones enormes que hay frente a su casa del Pasaje Figari 122. La Virgen le ha pedido que las lea una por una y ore por ellas. Los días 25, después de la Santa Misa del Campito, una vez que la imagen ha vuelto a su camarín, Gladys sale al pequeño jardincito de su casa a saludar y recibir en mano las peticiones de los peregrinos. Ella no desea que se le saquen fotos y la gente, que la quiere muchísimo, cumple con sus deseos. La única foto que se tiene de ella es la que figura en esta página y que ya tiene 17 años de antigûedad. Comenta la hermana Marta que "Gladys inspira mucho respeto (...). Es muy introvertida (cada vez habla menos) y de gran calidez. Dios la preparó desde siempre (...). También el padre Pérez dice que "es una persona simple, sencilla, piadosa, que de ningún modo tiene la tendencia conciente o inconciente a engañar; o sea, hay una salud psíquica y física normal, tal como los médicos lo han detectado. De modo que ella tiene una función que cumplir: "ser puente de unión", como lo dice la Virgen, "entre Ella y el Pueblo". El Dr. Pellicciotta fue el primer técnico encargado de estudiar a Gladys. Es Doctor en Medicina por la Universidad de La Plata, con "ejercicio profesional en Clínica Médica y Psiquiatría". Dice de Gladys que ella es una "persona lúcida, ubicada en tiempo y espacio, dotada de una gran sensibilidad y propensión a dejarse llevar de los afectos de compasión, humanidad y ternura". Si bien la describe "de moderada y sobria virtud" reconoce sus "elevadas condiciones morales" hasta definirla: "estoica, de gran entereza ante el dolor físico y psíquico, ama la paz y el silencio". "Firme en sus convicciones, nunca miente, ni existen contradicciones en sus expresiones. De afectividad normal, adaptada al medio social. Normal en la percepción de los conceptos del mundo que la circunda, en las sensaciones actuales y remotas. De naturaleza intuitiva con razonamientos lógicos". "Su memoria conserva las impresiones, en especial las que afectan o alegran su espíritu, y reproduce con claridad las ideas, en particular aquellas que la Virgen le dice y no siempre puede dar explicaciones del contenido, porque escapan a sus conocimientos." "En los momentos de las visiones y locuciones interiores intuye el contenido de los mensajes y reproduce lo que Nuestra Señora dice. Su personalidad se ha acrecentado en el transcurso de estos últimos tiempos, logrando perennidad y firmeza en el accionar". "Ama a sus amigos en la fe. Ruega por los que no creen la palabra de Dios. Se apiada de ellos. Obediente en todo a su director espiritual, nada hace o dice que éste no la autorice. deléitase en la Creación, con gran amor hacia los animales, plantas, flores y las cosas del universo". "Encontrándose con su familia y amistades es locuaz, alegre y ríe con franqueza, se divierte con las bromas sanas y se la ve feliz, notándose en su mirada el afecto por el interlocutor". "Tiene la virtud de la franqueza. Siempre va de frente cuando debe decir algo que no comparte. Es firme en sus convicciones: puntual en todo. Su palabra es documento firmado y cumple al pie de la letra lo que promete. Movediza y silenciosa". "Por momentos se la ve pensativa, como si recordara o estuviesen en su mente las visiones de la Madre del Cielo, de su Divino Hijo y las luces del Espíritu Santo, que en tantas oportunidades ha hecho referencia." "Gladys es piadosa, humilde, tranquIla, con sencillez de vida, dulce en la expresión. Dedicada a la oración, a la comunión frecuente, a las tareas de su hogar, atendiendo a todos los integrantes de su familia y preocupándose de las necesidades de cada uno de ellos". En su libro Historia de las Manifestaciones de la Virgen (página 61), el sacerdote Cayetano Bruno sdb, transcribe un testimonio del Pbro. Carlos Antonio Pérez sobre la Sra. Gladys Quiroga de Motta y sobre los acontecimientos referentes a la SSma. Virgen del Rosario de San Nicolás: ..."Realizo este informe a raíz de ser el Director Espiritual de la Sra. de Motta, y Asesor Pastoral de todo lo referente al culto a la Virgen del Rosario. Cuento con la correspondiente autorización de la Sra. de Motta". "Quiero dejar expresa constancia de que me siento profundamente convencido de la autenticidad de este hecho, como consecuencia de todo lo que me tocó vivir como receptáculo de las vivencias de la Sra. de Motta. Sin embargo, puedo decir que solamente después de 7 meses de ocurridas las manifestaciones de la Virgen, superadas todas las exigencias de una crítica austera, acepté el hecho como sobrenatural. Anteriormente mi intuición me hacía afirmar lo mismo; pero, al decir 7 meses, hablo de un tiempo prudencial y de fuertes elementos que, a modo de pruebas, fueron rodeando al hecho de una seguridad objetiva". A fines de 1984, el P. Carlos Pérez escribe sobre la vidente: "En la señora de Motta se comienza a producir todo un proceso de purificación y encuentro profundo con Dios, que va generando en ella una real transformación. "Las cosas del cielo, diríamos que la han sacado de un modo simplemente humano de verlas, para vivir el gusto de la presencia del Señor, en las manifestaciones de la Virgen. Este gusto de lo celestial le quita el gusto de las cosas de la tierra, no porque no tenga capacidad de gustar, sino porque se siente colmada por una realidad superior que la desborda. "Ella prefiere ahora más la soledad y el silencio, pero sabe que éste no le es posible en la medida deseada; y gustosa acepta todo lo que debe hacer, entendiendo algo esencial."Su vida de oración es continua, y se manifiesta en sus oracines personales, como así en su modo de vivir en unión con Dios durante el día, buscando en todo agradar al Señor en la fidelidad a lo que la Virgen le pide. "Su obediencia al Director Espiritual es muy grande, y entiendo claramente que esto es importante para llevar adelante la misión a pesar de que a veces le cuesta entender lo que se le exige. Entiende que está cumpliendo un servicio a la Iglesia, y se aviene a realizar con humildad lo que se le pide."Su discreción es de mucha importancia destacarla. Si es por ella nunca deseó ser conocida ni que su nombre se publicara de ninguna forma. La gente no la ha molestado y ella, por lo tanto, aparece desapercibida en las reuniones o celebraciones, sin llamar la atención en nada, sin ser para nada centro de atención. "A ella le interesa que la Virgen sea conocida, que todos la vieran (sic), que se conozcan sus mensajes, que se la quiera mucho. Pero ella sabe que es un puente por donde se pasa para ir a otra parte y no para quedarse en el puente. "Su entrega a Dios es evidentemente incondicional, y muestra una fortaleza extraordinaria en medio de grandes dificultades. Esa fortaleza claramente surge como don de Dios, pues siendo una mujer de una gran sensibilidad y por momentos inmersa en pruebas importantes, no podría con su poca salud haber perseverado en una fidelidad creciente a la Virgen y a la misión."Los sufrimientos que esta misión le han significado a la señora de Motta sería muy difícil explicarlos en palabras. El principal es la incomprensión, por cuanto ella vive una experiencia inexpresable y las palabras no le alcanzan. "La misma actitud del Director Espiritual, de estar buscando comprobaciones (durante mucho tiempo, al principio), crea en ella el dolor de la duda. Su dolor no es porque no le crean a ella, sino por lo que esto implica de no creer en lo que está ocurriendo, siendo que ella tiene la más absoluta certeza, hasta el punto de estar dispuesta a dar la vida por esto. "A pesar de que el sufrimiento la ubica a veces en situaciones límite, en definitiva, no rechaza los dolores físicos o morales, por cuanto los entiende necesarios en el plan de Dios y de la Redención. Gradualmente va entendiendo todo esto, y en los últimos meses fue acentuando más su silencio, fundamentalmente su silencio interior, aprendiendo a callar en su casa y también con las personas que con ella tratan el tema, que son muy pocas personas.
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